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El aviso del precariado

El aviso del precariado

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 26 de enero de 2015, 11:07h
            A comienzos del pasado siglo, grandes sectores de la población en condiciones de vida deplorables actuaron políticamente como clase potencialmente revolucionaria bajo el nombre de proletariado. El crecimiento de la economía libre, la mejora de las condiciones de trabajo y la consiguiente elevación del nivel de vida, modificaron -tras trágicas convulsiones- la mentalidad de aquellos sectores hacia posiciones moderadas y reformistas que permitieron progresar sin romper la estabilidad de los sistemas sobre los que funcionaba el bienestar. Se había pasado de una sociedad proletarizada a una sociedad de grandes clases medias. La buena convivencia de las naciones avanzadas se basó en esta realidad sociológica más que en doctrinarismos políticos.
 
            Los graves problemas creados por la crisis económica iniciada en la primera década del siglo XXI han sido y son haber empobrecido a la sociedad de clases medias que había sustituido a la vieja, egoísta y minoritaria burguesía. Los sectores más dinámicos de la sociedad, que son los que viven con ilusión impulsos ascendentes, se han sentido frustrados y vulnerables en su estándar de vida conseguido con esfuerzo y las expectativas para sus descendientes sufrieron una pérdida de oportunidades que ha dado lugar a esa perspectiva de desesperanza de que los hijos vayan a vivir peor que sus padres. La persistencia del paro y la inseguridad y la degradación de los empleos han dado lugar a lo que llaman algunos analistas el precariado. El precariado es un conglomerado de varios grupos en situaciones de incertidumbre o exclusión. Esta realidad, que afecta preferentemente a las generaciones jóvenes, ha dado lugar a una masa crítica no tan homogénea como era antaño el proletariado pero, por su propio descenso de nivel, más propicia a la indignación que a la conciencia revolucionaria. Consecuentemente, esta masa no se agrupa en las viejas estructuras políticas de la izquierda tradicional sino que nutren toda clase de improvisaciones o novelerías, vengan de donde vengan y sean quienes sean los mascarones de proa que pretenden ponerse en la delantera de las naves, movidas por los vientos del desencanto, la exclusión o la desesperanza. El éxito de Syriza es un aviso con ecos previsibles en otros lugares de Europa, aunque las situaciones no sean tan penosas como las que vive el pueblo griego.
 
            Situarse en la proa del barco de los desesperados es un método como otro cualquiera para ocupar puestos codiciados en la denostada casta política sin comprometerse a fondo con los métodos más adecuados para superar los efectos que han provocado el malestar, rellenando los huecos creados por el cansancio y el descrédito de los políticos quemados por la crisis con una parafernalia de promesas alegres y planes utópicos. Estamos viviendo una moda de pronunciamientos ideológicos ambiguos y de estrategias publicitarias para atraer a los exasperados, sin fundamentos sólidos para una reacción de regeneración vigorosa y bien calculada. Vivimos sesiones de fuegos artificiales de distintos colores para congregar a públicos que, por estar en situación de precariedad, se suponen fáciles de engatusar y arrastrar tras la flauta, como las ratas del cuento de Hamelín. No es fácil prevenir durante cuánto tiempo y en qué lugar se puede tocar la misma flauta sin desengañar al auditorio del flautista, ni hasta cuándo puede llegar la obnubilación del precariado, ni tampoco cuando el horizonte de precariedad será sustituido por una realidad más optimista. En este año superelectoral los españoles van a tener varias ocasiones de probar en campos de batalla política lo que hoy es una guerra sicológica de hipótesis. De aquí a unas futuras elecciones generales decisorias se van a constatar las apuestas con candidaturas personales, programas escritos y escaramuzas locales, regionales e internacionales. La posibilidad de que el precariado no actúe como dinamita destructiva sino como exigencia de progreso necesita un proceso de limpieza y reforma convincente y renovador y que la recuperación económica disminuya evidentemente las zonas de exclusión social y abra horizontes de esperanza. Lo decisivo será que el propio precariado comprenda que lo más importante es salir de su precariedad y no complacerse con la apariencia de los fuegos de artificio de las improvisaciones políticas. Lo difícil es encontrar líderes capaces de despertar confianza, libres de enredos y complicidades denigrantes. La contraposición bipartidista entre socialdemocracia y liberalismo no puede ser sustituida impunemente por la demagogia y la intolerancia que se insinúan en las tendencias radicales de sustitución. Para evitar el riesgo que supone desviarse hacia los extremismos es necesario corregir a fondo las circunstancias que han sometido a grandes sectores de la población a niveles de precariedad y exclusión.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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