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¿Qué hubiera pasado si el rey Don Juan Carlos no se hubiera caído y roto la cadera en Botswana?

> La periodista Ana Romero presenta el libro Final de Partida, la crónica de los hechos que llevaron a la abdicación de Juan Carlos I

jueves 23 de abril de 2015, 11:04h
Cerca de cuarenta periodistas, casi todos expertos en Casa Real, acudieron ayer a la presentación del libro de Ana Romero, ex periodista del diario El Mundo y que presentó su libro (que a dos días de salir a la venta ya va por la segunda edición) 'Final de Partida', editado por la Esfera de los Libros.

Tenía que ser una editora como Ymelda Navajo, quizás de las pocas valientes que hay en la profesión, la que se atreviera a publicar lo que hasta ahora no se ha contado nunca, o no al menos con tal profusión de detalles, la relación entre Juan Carlos I y Corinna zu Sayn-Wittgenstein (en adelante CSW). Y es que Ana Romero es justamente la única periodista que logró hacerle una entrevista a CSW, hecho que hizo que tirara del hilo para seguir investigando y contarlo todo en este libro. Hubo otra "entrevista", en la revista Hola pero únicamente fueron fotos, muy bonitas, eso sí, pero con declaraciones ya hechas con anterioridad. Y casi mejor así, teniendo en cuenta cómo se las gasta la revista del corazón que siempre logran que el entrevistado parezca una persona bastante simple.

El libro, minuciosamente documentado, cuenta los pormenores de la relación entre Corinna y el rey Juan Carlos, así como todo los reales negocios que se produjeron alrededor de dicha relación. No es cuestión de desvelar o destripar el libro. Lo interesante es la percepción que la autora ha querido trasmitir y lo importante que esta publicación resulta.

¿Por qué? En primer lugar porque dice la verdad, no una realidad edulcorada que parece que ya sólo sostienen los periodistas de la vieja guardia, aquellos que vivieron la transición siendo jóvenes y le tienen a Don Juan Carlos una específica lealtad. Algo lógico desde el punto de vista de la psicología humana. El problema es que detrás de ellos han venido otros y detrás de esos otros, otros. Que son los que rondan ahora mismo los cuarenta años y que, al no haber vivido esa transición, valoran otros conceptos en una Monarquía. Si a esto le añadimos que ahora las cosas no son como antes, las redes sociales, la crisis, el cansancio de una sociedad que ya no se calla, que parece que despierta de un profundo letargo, el resultado es un libro que hace diez años, sencillamente hubiera sido guardado en el cajón de la editorial para dormir ahí eternamente.

En la rueda de prensa de ayer se intercambiaron muchas opiniones y todas ellas muy interesantes. ¡Qué duda cabe que para muchos tiene más valor lo que un periodista que ha seguido al Rey durante 30 años cuando creía que nadie lo veía tiene mucho más valor que aquél que ha compartido mesa y mantel en actos institucionales! Es obvio que don Juan Carlos en su papel institucional siempre ha sabido comportarse como debía. Antonio Montero, un paparazzo de los que ya casi no quedan, apuntó ayer en la rueda de prensa en una interesante conversación con la autora que "el Rey Don Juan Carlos no se ha empezado a comportar así, como lo de Botswana, desde el año 2010. El rey emérito siempre fue así, la diferencia es que antes los periodistas o mejor dicho las publicaciones periodísticas, nos autoimponíamos una censura heredada de aquél 23-F en la que el monarca y los poderes fácticos de entonces, entablaron un pacto no escrito en el que, como se le debía tanto al rey, se impondría un silencio sobre aquellas actividades que no fueran estrictamente públicas".

Con lo que probablemente nunca contó ni en sus peores pesadillas el monarca, fue con Urdangarín, principal valedor del comienzo del fin. Es decir, el primero que dinamitó el silencio autoimpuesto a la Casa. Si a esto le añadimos una crisis brutal el cóctel molotov está preparado. Lo peor ni siquiera fue que el Rey se fuera a cazar elefantes (actividad que a muchos españoles nos parece de lo más terrible), lo peor es que lo hizo cuando su país, del que es Jefe del Estado, estaba a punto de ser rescatado y justo cuando Repsol, una de nuestras grandes empresas, estaba siendo expropiada por el gobierno argentino y, encima, el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, ¡no lo sabía! Según palabras de la propia periodista y autora del magnífico y valiente libro: "Los periodistas estábamos en la Zarzuela y creíamos que el Rey estaba en su despacho intentando solucionar aquel desastre gracias a sus magníficas relaciones con Iberoamérica" Pero no, el rey estaba en Bostswana, cazando elefantes, sin haberlo comunicado al Gobierno, y con una amiga especial, mientras su país pasaba unos complicados momentos.

Lo curioso es que, y ahí casi todo el mundo coincide, si no hubiera tenido la mala suerte de caerse y romperse la cadera, quizás nunca nos hubiéramos enterado y hoy día todo seguiría igual. O no. Eso nunca lo podremos saber.

Pero lo que sí podemos saber es qué pasó entre el 2010 y el 2014, todos los detalles de una Monarquía que a punto estuvo de perder la corona. ¿Los motivos? En el libro, no se lo pierdan. Trepidante, ambicioso, bien documentado y mejor escrito.

¡Enhorabuena Ana Romero! Y también enhorabuena por no olvidar tus lealtades y acordarte de Pedro Jota en la presentación, el que fue tu director durante tantos años.
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