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Siente a un griego a su mesa. Editorial
(Foto: DC)

Siente a un griego a su mesa. Editorial

lunes 06 de julio de 2015, 00:02h
Los peores rayos del infierno se abaten sobre las esperanzas de una Europa sin traumas. Es la hora de la negociación con un Gobierno, el griego, que ha sido capaz de poner al borde del abismo a su propio país, a toda Europa y, Putin mediante, al mundo entero. En la noche del domingo, los teléfonos de todas las cancillerías rugían: los pronósticos de los sondeos habían fallado, el ‘no’ se imponía como un grito de dignidad, un grito inútil y casi suicida, lanzado por un pueblo al que se ha llevado al límite por parte de sus gobernantes y también por parte de los ‘cabezas de huevo’ de la UE.
¿Qué será de Grecia, qué será de la vieja UE? Se abre la etapa de la negociación, del realismo, del tragar sapos. Un deporte al que esa vieja UE, prepotente y dura como el pedernal, no está demasiado acostumbrada. Porque, tras Grecia, serán Chipre, algunos países del Este, como Bulgaria, los que intentarán el doble salto mortal…si la Unión no muestra sus garras. Pero tienen que ser garras forradas del terciopelo de la negociación, del diálogo quizá imposible.

El referéndum en Grecia ha dado los perores resultados desde el punto de vista del Eurogrupo, de la canciller Merkel, del Gobierno de España, de los de Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña –que nunca ha entrado en el euro--, de los países nórdicos, tan lejanos a la problemática del sur. Ahora hay que reinventar Europa sin alharacas. ¿Cómo, quién, lo hará? Gran pregunta. Dar la espalda a Grecia, entregándola a la Rusia de Putin, sería una locura. Ceder a las pretensiones chantajistas del Gobierno griego, un mal ejemplo para otros Estados. Es preciso que las instancias de la UE, que tan mal han gestionado el conflicto con Atenas, hagan un esfuerzo de imaginación, de flexibilidad con autoridad. NO son ahora las recetas duras de Schäuble las que han de primar, sino las del diálogo esgrimidas por italianos y franceses.

Grecia es casi un Estado fallido. No se puede culpar a Syriza y Tsipras en exclusiva: heredaron ese Estado que se desmorona. Pero de ellos se espera ahora alguna mano tendida, algún acto de contrición, algún gesto de realismo. De las instancias europeas, de los rectores de la UE, comenzando por Merkel y siguiendo por su fiel Juncker, esperamos soluciones imaginativas, que incluyan aflojar la bolsa, en esta hora suprema.

Claro, decir esto es más fácil que hacerlo en estas horas de pánico en los mercados. No hay fórmulas perfectas, soluciones sin consecuencias negativas. Pero la vieja Europa lleva medio siglo de supervivencia, con aciertos varios y errores múltiples, y ahora no puede fallar con un Estado que, de acuerdo, no ha hecho sus deberes como era obligado, pero que no puede, por razones históricas, económicas, estratégicas y morales, marcharse del club. Sentemos a un griego a nuestra mesa, procurando, eso sí, que no sea de Syriza…
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