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Lo Cortés no quita...

jueves 29 de noviembre de 2007, 10:11h
La política es como la atracción de los caballitos del tío vivo: sube, baja y da vueltas y más vueltas. Cuando Gallardón accedió a la presidencia de la Comunidad de Madrid, hizo de Luis Eduardo Cortés, anterior presidente del PP en Madrid, su hombre de confianza, su vicepresidente y encargado de toda la política territorial de la Comunidad de Madrid. Años después esas relaciones parecen que se enfriaron en lo político y en lo personal. Más tarde, cuando Esperanza Aguirre relevó a Gallardón en la presidencia de la Comunidad, Luis Eduardo Cortés creyó tener de ella la confianza que un día tuvo de don Alberto, y hasta el último minuto mantuvo abierto su teléfono en la confianza de que la nueva presidenta le llamaría para ofrecerle formar parte de su Consejo de Gobierno. Pero Cortés se quedó con el móvil mudo, nadie le llamó y terminó yéndose a la empresa privada con la frustración de que en política ya nadie se acordaba de él para cargos ejecutivos, ni su antiguo amigo Ruíz Gallardón, ni su esperanza de futuro, la presidenta Aguirre.

 De pronto, Aguirre se acuerda de que Cortés está en el paro político, que no en el profesional, y sugiere a la Cámara de Comercio que le proponga como presidente ejecutivo de IFEMA, lo que desde el Ayuntamiento interpretan como el deseo de arrancar poder de la institución ferial para la Comunidad. No pudieron impedirlo. Pero, de pronto se les abre un resquicio de contestación y le exigen a Cortés que, si quiere ser presidente de IFEMA, no puede seguir ocupando un alto cargo en la empresa SACYR-Vallehermoso, por una cuestión de sanidad ética. No se puede estar cobrando un sueldo público y otro privado a la vez, sobre todo porque la empresa privada en la que trabaja el señor Cortés es la misma que está llevando a cabo las obras de ampliación de la empresa de la que acaba de ser nombrado presidente ejecutivo. Por encima de confrontaciones políticas, de desencuentros entre instituciones y diferencias personales, está lo que parece ético, razonable e incompatible, y el señor Cortés, por su trayectoria profesional y política, por su solvencia económica, no debería haberse prestado a esta especie de sainete.
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