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Cañizares y el Moro Muza

jueves 15 de octubre de 2015, 13:51h
Roma ocupó Hispania desde el 218 a C. hasta el 476 d. C., 628 años. Los godos desde el 409 hasta el 710, 301 años. Los árabes desde el 711 hasta 1491, 780 años, y la era actual por así nombrarla que se remontaría a 1492, esto es 523 años. Cuando Monseñor Cañizares pregunta “si los inmigrantes refugiados vienen mezclados” (sic) y “si son trigo limpio”, recuerdo estos datos.

Nuestra sociedad difícilmente encontrará entre los suyos a nadie sin sangre hebrea, árabe, romana, germana y, claro, celta, íbera, griega y fenicia. A cada uno debemos mucho: el teatro a los griegos; la hermosa ciudad de Cádiz y la metalurgia a los fenicios.

A Roma debemos mucho, lo más importante la lengua común, pero también el derecho y la acuñación de moneda. Construyeron Mérida, Tarragona o Zaragoza, la Vía Augusta que iba de Cádiz a los Pirineos y nos dejaron la República con sus instituciones, la poesía de Virgilio o el calendario.

A los árabes debemos la numeración posicional, el conocimiento de Aristóteles desde sus traducciones; la poesía, la música, palabras como álgebra y guarismo (del matemático árabe Al-Juarismi) o la ética del honor que los cruzados cristianos aprendieron de los musulmanes e importaron a Europa como nuevo concepto de integridad moral.

Las academias musulmanas de al-Ándalus fueron modelo de las universidades europeas y sin “El canon de la medicina”, del filósofo y médico Avicena la medicina occidental no existiría. La cultura islámica nos enseñó matemáticas, navegación e ingeniería y sin ellos no existirían ni el whisky ni el cognac ni la ginebra porque fueron los inventores del alambique y del alcohol que Arnau de Vilanova utilizará como antiséptico en sus intervenciones.

De los godos nos queda el hermoso románico, el 92% de nuestros apellidos –lo que demuestra su integración con la población romanizada- y el arco de herradura que los Omeyas llevarían a la perfección.

La mayoría de apellidos referentes a la toponimia son de origen árabe, así como los de oficios suelen tener origen judío: Murcia, Oria, Valdovinos o Zapatero, Herrero y Panadero. Sin embargo, nada de esto es realmente significativo ya que con tal promiscuidad de sangres, raleas y linajes, hay hebreos con apellidos cristianos, moros con apellidos hebreos, cristianos con apellidos de gentilicios u oficios, matrimonios mixtos y familias mestizas por los cuatro costados: eso de los ocho apellidos vascos o catalanes o gallegos no es más que prurito tonto y tan imposible como denominarse cristiano viejo allá por el renacimiento.

Por ejemplo, Cañizares es apellido de origen mozárabe –cristianos viviendo en zona árabe- aunque también se encuentran vestigios mudéjares –moros viviendo en zona cristiana- y entre los dos millones de sefarditas herederos de aquellos judíos expulsados por los Reyes Católicos (Edicto de Granada, 1492) de Sefarad, España, hay Canizares.

Los de la pata del Cid, los biznietos de don Pelayo y hasta los sobrinos del papa Borgia y herederos espirituales de los Reyes Católicos –esos que fueron excomulgados por Paulo II tras falsificar una bula papal-, son los que nos han vendido una idea falsa y parcial de España.

Más español que don Rodrigo –el salaz violador de Florinda la Cava- y más interesante es Averroes, el cordobés que a punto estuvo de conciliar islam con cristianismo y que entre los godos era conocido por el Comentarista de Aristóteles.

El Cid fue un batallador, sí, y fue un tipo turbio, venal y tramposo que sirvió como buen mercenario a moros –estos le dan el título de Sidi- y a Cristianos, y el denostado Moro Muza, Mussa ibn Mussa, gobernador de la Marca Superior de Al-Andalus (la Tarraconensis, grosso modo), hermano de sangre del rey Iñigo Arista de Pamplona, resultó un hombre de bien que llegó a ser llamado Tertium regem d’Isbaniya, tercer rey de España tras Ordoño I de Asturias y Abd –al-Ramman II.

Los hombres y mujeres que habitamos esta península desde aquel Tartessos con que los griegos denominaron a la que siempre creyeron la Primera Sociedad de Occidente, hemos vivido siempre mezclados en la familia y en la tierra. Los Cañizares que aún quedan no son más que la voz altitonante de la ignorancia.
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