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Ahora sí que es la guerra

Ahora sí que es la guerra

viernes 07 de diciembre de 2007, 11:12h
No hay mucho nuevo que decir sobre la guerra, la gran guerra mediática, excepto, nada menos, que ha estallado. Y que ha atropellado al grupo Mediapro en los rayos flamígeros e indignados de Prisa, que, además, arremete contra el presidente de RVTE, Luis Fernández, y contra alguien que en la ‘casa Prisa’ se considera de la cuerda de Fernández (y, por supuesto, de Mediapro, La Sexta y el diario Público), que es un alto responsable de la Administración, el actual director de la Casa de América y ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso.

Las batallas entre el director de ABC José Antonio Zarzalejos y el responsable de las mañanas de la COPE, Federico Jiménez Losantos, que son, en la trastienda, batallas entre sectores del PP (digámoslo así), se quedan en nada en comparación con la que se avecina en los terrenos de los ‘amigos de Zapatero’ (vamos a decirlo también así, para simplificar). Porque Barroso sigue siendo uno de los principales asesores áulicos del presidente del gobierno, y su influencia en el máximo inquilino de La Moncloa no ha decaído un pelo a pesar de que ya no regenta la Secretaría de Estado de Comunicación, ahora en manos de un Fernando Moraleda cuyo perfil se difumina algo.

Es el caso que, en su batalla con Mediapro, que tiene perfiles económicos (el fútbol ‘de interés general’ ¿recuerdan?), pero también de cercanía al poder de donde todo dimana, la casa Prisa ha enviado a uno de sus investigadores más tenaces, Francisco Mercado, a desvelar que Barroso ha mantenido negocios presuntamente incompatibles con los cargos que ejerció y ejerce. Lo cual es algo que se había dicho muchas veces, que MB favoreció desde la Secretaría de Estado de Comunicación el nacimiento de la Sexta y, hasta donde cabe, de Público, que es ahora el patito feo de la casa Roures, pero que un día de estos podría despertarse siendo cisne. Y que, en todo caso, para sacudir al PP también vale.

Lo que ocurre es que una cosa es que lo digamos los digitales, tan denostados y artificialmente despreciados por ‘lo establecido’, y otra que aparezca, como hoy aparece, en la portada de El País. Lean, lean, porque la cosa no tiene desperdicio. Y, en la Casa de América, silencio digno. Un silencio que compromete también a una ministra del gobierno, a la que, dicen, los cañones de El País van a dirigirse el día menos pensado, exclusivamente, ay, por su cercanía a Barroso . Veremos en qué acaba todo esto, pero lo cierto es que el especialista en comunicación que se refugia en el palacete de Linares algo tendrá que decir, abandonando su tradicional ostracismo. Vamos, digo yo.

Lo que Luis Fernández es otra cosa. TVE atacó a El País a cuenta de su contencioso con Mediapro y es de temer que el presidente de la corporación lo vaya a pagar caro. Porque tiene a sus espaldas una petición de dimisión lanzada por cuatro consejeros de RTVE, los del PP claro, y una petición de investigación de la adjudicación, sin concurso, a Pedro Pablo Mansilla, un ex director general del PSOE y actual promotor inmobiliario, nada menos que el proceso de venta de los terrenos de RTVE en Prado del Rey, doscientos mil metros cuadrados en una de las zonas más ambicionadas de los alrededores de Madrid.  Este Criticom conoce de tiempo atrás a Luis Fernández, que estuvo muy vinculado -ahora ya se ve que no- a la ‘casa Prisa’ y cuya aceptación por el PP del cargo de máximo responsable de la radio y la tele públicas nunca comprendió bien quien esto suscribe. Pero ahí está, elegido por unanimidad, aunque esa unanimidad hace tiempo que se perdió, y más en estos tiempos preelectorales, en los que hay que sacudir a las teles porque sí, por definición.

Y, como este Criticom ha acompañado, desde lejos, la trayectoria de Fernández, puede decir que le resulta muy extraño que haya cometido cualquier irregularidad que pueda beneficiarle personalmente, o a sus amigos, ni siquiera a los de Mediapro. Otra cosa es que, imbuido en lo que a él le gusta, el periodismo, no se haya dado cuenta de que hay procesos digamos administrativos de los que hay que distanciarse, poner tierra y comisiones de investigación y regulación por medio. Ahora, los del PP, en conexión involuntaria con Prisa, le van a buscar las cosquillas. Y es que, por un lado, los periodistas somos malos gestores (no servimos para presidir corporaciones, temo), y, por otra parte, la casa que fundó Polanco es, si lo sabrá alguien a quien yo bien conozco, mala enemiga.

Bueno, atentos a la pantalla, porque esto es algo más que una guerra de guerrillas entre los medios; esto es un auténtico cataclismo político cuyas salpicaduras van a llegar a una Moncloa que está en baja, como bien se advirtió en la comparecencia de ZP ante los periodistas en el Congreso de los Diputados el Día de la Constitución.

No en vano un ex ministro de ZP dijo en una ocasión a quien suscribe: “No entiendo cómo lo de la Sexta se aprobó sin que nadie levantase la voz en el Consejo de Ministros”. La verdad, nosotros tampoco. Pero estas cosas, lo van a averiguar pronto ZP, Barroso, Contreras, Ecija y demás compañeros de cancha baloncestística, nunca salen gratis.   

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