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Rivera torpedea la salida vergonzante del PSOE

viernes 15 de julio de 2016, 07:54h

Cuando el Comité Federal del PSOE estableció los lineamientos para enfrentar la presente coyuntura (aunque lo hiciera sin escribir una resolución) eligió una opción tacita inevitable. Si se rechazaba la eventualidad de ir a unas nuevas elecciones y se establecía que el PSOE debía pasar a liderar la oposición y no intentar de nuevo constituir gobierno, la cosa estaba clara: se contaba con el voto afirmativo de Ciudadanos en la segunda ronde de investidura y sólo unos pocos diputados socialistas votarían en conciencia o bien no llegarían al hemiciclo. Esa sería la abstención vergonzante del PSOE que permitiría a Rajoy formar gobierno.

Pero Rivera ha calculado que esa salida deja todo el coste político de la operación a Ciudadanos y no está por la labor. Así que ha preferido jugar a la abstención en la segunda ronda, lo que obliga al PSOE a que no sólo 5 o 6 de sus diputados se descuelguen, sino que tendrían que hacerlo cerca de cuarenta, con lo que el PSOE compartiría inevitablemente el costo político de la investidura de Rajoy.

Muy astuto Rivera. Pero que no nos venga con el cuento de que es una prueba de responsabilidad política de su formación, porque lo que está haciendo es simplemente cuidar de su tienda. Y la única diferencia con Rivera es que trata de mostrar un sentido de Estado mayor en el discurso, pero luego eso no se traduce en hechos reales. No diverge ni un milímetro del tacticismo de los otros. Hay que decirlo claramente: aquí no existe un partido que ponga los intereses del país por delante de los intereses partidarios.

Así las cosas, Rajoy avista un futuro cada vez más prometedor. Si consigue la investidura será con el apoyo, de una forma u otra, del PSOE y Ciudadanos y si no lo consigue iremos a unas elecciones en las que el PP aumentará sustantivamente su cauce electoral. Dada esa perspectiva, los reclamos lastimosos a Rajoy de políticos y medios de comunicación para que cambie sustancialmente sus políticas no tendrán mucho efecto. Entre otras razones porque el PP está genuinamente convencido de que sería una torpeza cambiar actuaciones que están dando resultado.

En el fondo, todo lo que esto demuestra es que tanto la sociedad como sus representantes no estamos preparados para un acentuado multipartidismo. No sabemos proponerlo ni gestionarlo. Para eso se necesita de una cultura política dúctil de la que carecemos. En verdad, el electorado apenas ha refrenado en las pasadas elecciones su tendencia a patear el tablero, votando populismo. Apenitas.

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