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Iglesia y Gobierno: vísperas electorales

lunes 17 de diciembre de 2007, 11:42h

El gobierno de Zapatero inició su legislatura aprobando el matrimonio homosexual 48 horas después de elegido Benedicto XVI. Sucedieron meses de gran enfrentamiento que culminaron en la gran manifestación de Madrid en junio de 2005, con millón y medio de personas y veinte obispos. Pero la visita del Papa a Valencia en julio de 2006 recondujo las profundas diferencias al terreno de la negociación, aunque las dos últimas Instrucciones Pastorales de la Conferencia Episcopal Española, publicadas antes y después -el 30 de marzo y el 23 de noviembre, respectivamente-, supervisadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, fueron muy beligerantes con la gestión abiertamente laicista del gobierno socialista.

El hecho es que las diplomacias vaticana y española han conseguido reconvertir las relaciones Iglesia-Estado en una coexistencia llevadera, que encara el período preelectoral de ambas instituciones con la vicepresidenta De la Vega y los cardenales Rouco y Cañizares celebrando en la embajada española en Roma la beatificación masiva de mártires de la guerra civil.

El gobierno ha impuesto sin demasiados problemas la satanizada asignatura de 'educación para la ciudadanía', aunque se haya quedado en un inservible pastiche que cada cual cocinará a su gusto. Y ha seguido adelante sin más consecuencias con todas sus leyes contra la familia tradicional. El laicismo sigue avanzando en todos los frentes. Las bodas homosexuales son pocas, pero se impusieron. Los divorcios rápidos ofrecen cifras récord. El aborto se generaliza. La iglesia por su parte ha obtenido una transición financiera viable y ha visto satisfecha como el PSOE ha vetado cualquier punto anticatólico en su próximo programa electoral. Digamos que vivimos una tregua preelectoral en la que ambos contendientes se observan y mantienen las formas.

La Conferencia Episcopal Española (CEE) agrupa a 78 prelados en activo y a 40 eméritos. Las elecciones a su cúpula están previstas del 3 al 7 de marzo de 2008, justo antes de las elecciones políticas. Al presidente Blázquez le gustaría retrasarlas; Rouco y Cañizares defienden mantenerlas en esa fecha, porque la Iglesia tiene su propio calendario al margen de la política.

La Conferencia Episcopal muestra los tres sectores tradicionales de todo colectivo de forma bastante equilibrada. El sector conservador es más numeroso, pero no consigue atraerse del todo a los centristas moderados, que a menudo se alinean con el pequeño sector socialdemócrata y los nacionalistas vascos y catalanes.

Si bien el centrista Ricardo Blázquez consiguió arrebatar a los conservadores Rouco-Cañizares la presidencia hace cuatro años, lo hizo de carambola y por tres votos. El próximo marzo se va a reproducir con bastante exactitud el mismo panorama y la victoria de un sector u otro está en el aire. Ha comenzado una campaña electoral en la que el presidente obispo de Bilbao está recibiendo un fuerte apoyo exterior desde los sectores de izquierdas. Su reciente discurso en la última asamblea general ha sido presentado como más rupturista con las tesis oficiales de lo que realmente era.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach, acaba de mostrarse públicamente partidario de que Blázquez, sea reelegido: "Los presidentes repiten un segundo mandato. Un tercero ya es difícil, porque se pide una mayoría de dos tercios. Con un segundo mandato, como lo que se pide es la mitad más uno, normalmente, si lo ha hecho bien -y Blázquez lo ha hecho muy bien- es probable que pueda volver a salir". Y por si queda alguna duda de su posición, añadió: "Algunos programas de la COPE deberían cambiar las formas y también algunos contenidos".

Los centristas moderados podrían aliarse de nuevo con el ala izquierda-nacionalista, algo que se intenta escenificar en la confluencia entre Blázquez y Sistach.

El cardenalato de Cañizares, la magna ceremonia de beatificación de los mártires de la guerra civil, el nombramiento del portavoz Martínez Camino como obispo auxiliar de Madrid, el del arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco como cardenal, el reciente de Alfonso Carrasco Rouco, sobrino del cardenal Rouco, como obispo de Lugo, son todos sucesivos éxitos del sector conservador.

Pero el duelo Blázquez-Sistach contra Rouco-Cañizares no es seguro. Blázquez y Rouco podrían decidir no presentarse a la reelección. A Cañizares le pueden faltar un puñado de votos. No es descartable que aparezcan nuevos candidatos de consenso, como el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro.

La iglesia española ha obtenido un fuerte respaldo en los últimos tiempos por parte del Papa. Para paliar su mínima representación en la Curia romana -seis cargos contando con el emérito cardenal Julio Herranz, todavía Presidente de la Comisión Disciplinar-, en el segundo consistorio del pontificado ha sido agraciada con tres nuevos cardenales, lo que la sitúa en diez, tercera 'potencia' del orbe católico tras los cuarenta italianos y los veinte estadounidenses.

Al acto de beatificación masivo de sus mártires celebrado en la Plaza de San Pedro, asistieron 71 de los 78 obispos activos y 30.000 fieles españoles. Tan impresionados quedaron en Roma, que el secretario de Estado mandó a la CEE un mensaje admirado. Desde Roma se insiste en la unidad de la CEE por encima de las diferencias. Y también en la neutralidad de la Curia hacia las distintas posiciones.

Pero las directrices de la iglesia son desoídas por fieles adocenados. Los sectores católicos más combativos no consiguen formar esa coalición cristiana que un día soñaron para negociar de tú a tú con los partidos políticos. La iglesia española se ve abocada a realizar su segunda transición, a una inevitable convivencia con un Estado laico, esta vez no sólo formal sino real, y una sociedad descristianizada en buena parte hostil.

Lo debe hacer asegurando los cimientos, su financiación y estructuras. Durante los últimos cinco años, el 33 por ciento de los declarantes han marcado la casilla de la Iglesia en su Declaración de la Renta, de los que el 11 por ciento lo ha hecho conjuntamente con la de otros fines de interés social. Eso supondrá unos 153 millones de euros para 2008. Que se quedan muy cortos para sus necesidades, y por eso lanza una campaña publicitaria para concienciar a los fieles en la necesidad de contribuir a su sostenimiento. Aunque no espera obtener resultados espectaculares: en Italia después de diez años, el número de contribuyentes que marcan la casilla de la Iglesia en su Declaración de la Renta ha aumentado en poco más de un punto.
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