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Casa Real: se abre la veda

lunes 17 de diciembre de 2007, 11:44h

El principal reto que tiene planteada la Familia Real para el próximo año es encarar y hacer frente a la nueva situación creada ante la apertura de la veda decretada por algunos sectores de la sociedad y ciertos medios de comunicación respecto a los representantes de la institución monárquica. La Corona ha dejado de ser intocable y es usada, en algunos casos, como arma arrojadiza entre los políticos de distinto signo. Tanto la ponen en peligro quienes la atacan frontalmente como quienes la defienden con ardor, sin dejar de lado a los que minimizan cualquier incidente y dejan con la retaguardia al descubierto al Jefe del Estado ante las andanadas de unos y otros.

En 2008, el día 5 de Enero, el Rey cumple 70 años y veinticinco días más tarde, el 30 del mismo mes, el Príncipe de Asturias llegará a los 40. Cambio de decena pues para don Juan Carlos y el heredero de la Corona, un hecho que aunque no tiene un significado especial puesto que los Reyes no se jubilan al alcanzar una determinada edad, ni la llegada al trono se produce al cumplir unos años que implican la entrada en la plena madurez física e intelectual, sí que supone un momento oportuno para hacer balance de la labor desarrollada por la monarquía en España en los últimos treinta y dos años.

Soy de las que piensan, después de haber seguido a los Reyes y sus hijos durante casi veinte años, que la institución ha funcionado bien en general, especialmente en los años más complicados de la transición política de la dictadura a la democracia. El impulso del Rey en esos años posteriores a la muerte de Franco, el rechazo al golpe de estado del 23 F, la buena relación de don Juan Carlos con el primer Presidente del Gobierno de izquierdas y la labor de promoción de la imagen de nuestro país en el exterior fueron grandes activos que se atesoraron en el haber de un hipotético libro de contabilidad de la monarquía española. Y de esos activos se fue tirando en los años noventa, después del gran castillo de fuegos artificiales que supuso el 92, con la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y otros eventos que sirvieron para deshacernos de los complejos acumulados en años anteriores.

Pero ahora, los ahorros ya se han gastado y las reservas han pasado a ser muy exiguas. La política de inversión no se ha cuidado, a mi juicio, en los últimos años y se ha preferido vivir de las rentas sin pensar que cuando no se hacen nuevas aportaciones, llega un momento que el capital inicial desaparece y no hay nada más en la cuenta para seguir tirando.

El año que está a punto de terminar, especialmente el segundo semestre, se califica ya de annus horribilis para la Familia Real española, haciendo un paralelismo con el annus horribilis de la monarquía británica reconocido por la propia Reina Isabel II. Quizá es un poco exagerado usar un término tan apocalíptico para describir la cadena de sucesos desgraciados que se han ido produciendo o entrelazando en los últimos meses en el entorno de la Familia Real. Pero realmente, es la primera vez que se juntan tal cantidad de hechos negativos que hacen pensar que esa famosa “baraka” o fortuna que se atribuía a don Juan Carlos y que le acompañó durante años para sortear todo tipo de dificultades, está empezando a abandonarle.

Claro que algo o alguien está ayudando a todo eso puesto que, después de producirse la quema de fotos en Gerona, ha habido comentarios de personas informadas que creen que llevar al rey a esa ciudad catalana era meter al monarca en la mismísima boca del lobo. O que las consecuencias y repercusiones de la visita a Ceuta y Melilla, tan ansiada por los ciudadanos de esas dos plazas españolas en el Norte de África, no estaban del todo calculadas. O que el exceso de celo del juez al ordenar el secuestro de “El Jueves” logró dar la vuelta a la historia y transformar la reacción de razonable indignación de la ciudadanía por tan zafia y obscena portada en condena de una medida tan extrema como la retirada de los kioskos. O, por último, que si alguien hubiera frenado a Chaves en sus excesos verbales, el Rey no habría exteriorizado su enfado frente al caudillo venezolano.

En cualquier caso, las cosas están como están y la vida demuestra que siempre son susceptibles de empeorar. Por eso, la única solución es que los actuales responsables del Palacio de la Zarzuela se den cuenta de que hay que reaccionar y que no se puede seguir viviendo de las rentas. Hay que diseñar una auténtica estrategia para que la Monarquía supere este bache y no se tire por la borda lo conseguido por una institución que ha servido de referencia en todo el mundo. Ir por delante siempre y que no te marquen el camino otros. Retomar la iniciativa y, sobre todo, darse cuenta que estos son nuevos tiempos que requieren nuevas actuaciones.

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