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Imperiofobia

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
martes 18 de julio de 2017, 14:05h

Es muy interesante y merece el éxito que ha logrado el libro de María Elvira Roca Barea “Imperiofobia y Leyenda Negra” no solo como una aportación reivindicativa de la imagen histórica de España, afectada por la específicamente llamada “Leyenda Negra”, sino por la visión general que afecta a Roma, Rusia, Gran Bretaña, USA o cuantos imperios en el mundo han sido y serán. Quizá desde la “Leyenda Negra” de Julián Juderías sea el más notable ensayo sobre una deformación intencionada, interesada y falseada de nuestro pasado transnacional. Pero, además de España y su pasado, el libro es una visión analítica e intemporal de la fobia contra la grandeza allí y cuando se manifiesta y en cuanto significa superación de límites estrechos, insolidarios, racistas o feudales.

No es posible entender la historia de la civilización humana sin la huella de los imperios cuya proyección se desfigura con el adjetivo peyorativo “imperialismo”. El imperialismo es considerado la síntesis de todos los males según la crítica burda de cualquier déspota “nacionalista” a la manera de Nicolás Maduro. Pensar que pudiera existir un mundo mejor sin la influencia ejercida en determinadas coyunturas históricas por Roma, España o Estados Unidos es desconocer que los defectos que se atribuyen a sus etapas hegemónicas no son las mismas que padecían las otras entidades menores coetáneas desde donde nacieron las críticas alimentadas por la envidia o el resentimiento.

Cuando se habla de la corrupción de los Cesares se olvida la corrupción característica de cuantos tiranuelos de segunda división han existido en el mundo sin otra pretensión cultural o jurídica que el capricho personalista. Cuando se menciona a la Inquisición española no se consideran cuantas inquisiciones han ejercido y ejercen persecución religiosa en el mundo. Cuando se acusa de excesos capitalistas a los Estados Unidos se olvida el capitalismo salvaje y los paraísos fiscales amparados por menores estructuras de poder sin otro objetivo que el lucro de tráficos ilegales.

Nadie puede imaginar que, sin la influencia romana, el concepto del Derecho fuese extendido con los mismos procedimientos y garantías si se trata de ejercer una justicia objetiva. Nadie puede imaginar que el mapa político universal hubiese sido el mismo sin que la presencia de España provocase la expansión del mundo desde y hacia Occidente en vez de orientalizarse o africanizarse. Nadie puede creer que el desarrollo de la Unión Europea hubiese sido igual si Estados Unidos no estableciese la fuerza de la libertad frente a los totalitarismos nazi y comunista.

A pesar de ello la imperiofobia persiste y persistirá siempre porque es la reacción propia de las oligarquías locales codiciosas de sus totalitarismos micropolíticos, inspirando toda clase de secesionismos o particularismos. No importa que desde un punto de vista territorial los imperios hayan desaparecido de la faz de la tierra o que el colonialismo sea solo una reliquia en algún caso. Los centros de referencia de influencia global seguirán siendo atacados aunque ya no tengan nada de imperialistas en sentido estricto. Aquel parlamentario protestante Ian Paisley consideraba que el Papa de la Roma actual era el anticristo. El ex presidente Obama creía que la invasión musulmana de España era benéfica y competidora contra una Inquisición intolerante siglos antes de que tal Inquisición hubiese nacido. Gran Bretaña seguirá siendo para muchos “la pérfida Albión” y los Estados Unidos los gringos o yanquis depredadores.

La envidia y el rencor no son prejuicios del pasado sino pasiones operantes no solo en el exterior sino también en el interior de las grandes naciones. Porque, con imperio o sin imperio, quienes algo fueron siempre lo seguirán siendo. Los enanos de la política se reproducen en los caldos de la mediocridad. No soportan que el nombre de Roma siga teniendo proyección ecuménica, que Europa esté secuestrada por unos “malditos burócratas” desde Bruselas, que las empresas españolas se ramifiquen por el mundo y que nuestra lengua se mantenga como internacional y que la Reina de Inglaterra siga llevando grandes diamantes en su corona y los Estados Unidos sigan encabezando la aventura de la astronáutica. Siempre habrá quienes prefieran destruir que construir y quienes sueñen con una carterita ministerial con apariencia de gobierno pero dentro de su propia finca. Las corruptas oligarquías territoriales sueñan con imponer totalitariamente idiomas de corta proyección para que sus vecinos solo puedan entenderlos a ellos en lengua nativa. Los nacionalismos de base étnica imaginan fronteras culturales que han sido desbordadas desde hace cientos de años. Son los protagonistas de las marchas atrás del reloj de la historia. Esos que tienen que soportar que España siga siendo una gran entidad política situada en el enclave estratégico de tres continentes. Este tipo de personajes son los cómplices de todas las leyendas negras o imperiofobias que en el mundo han sido. Pero el globo del mundo sigue girando siempre en el mismo sentido y no obedece nunca a las propuestas de marcha atrás.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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