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Regresó para morir...

Regresó para morir...

martes 08 de enero de 2008, 04:53h

Su personalidad era fascinante, irradiaba compromiso y firmeza con su causa, un valor lúcido y la decantada serenidad de quien sabe qué es y para qué sirve el poder.

 

En días recientes fuimos sacudidos con la noticia del asesinato, en plena campaña electoral, de la compañera Zulficar Benazir Bhutto.

De apenas 54 años de edad, bella, majestuosa, con el sereno magnetismo de quien llevaba siglos de poder y de gloria por sus venas –de hecho descendía de una familia feudal de rango principesco– pero que había hecho de la causa del pueblo su razón de ser y de vivir. Su padre Zulficar Ali Bhutto (1928-1979), había sido el primer presidente de un Pakistán independiente, y posteriormente primer ministro, hasta que fue derrocado por un golpe militar y ajusticiado meses después.

Influyeron enormemente en su formación y sensibilidad popular los claustros seculares de Oxford y también –aunque con menos pátina– de Harvard, que vieron pasar su gracia y su talento.

Privilegiada de nacimiento, luchó incansablemente por elevar el nivel de oportunidades de sus compatriotas, y atacó sin vacilar los problemas de género, tan delicados en todo el islam. Para predicar con el ejemplo, fue la primera mujer jefe del gobierno en un país islámico, ocupó dos veces el cargo de primera ministra (1988-1990 y 1993-1996) y tenía enormes posibilidades de ganar un tercer mandato, según se dice, en una peligrosa alianza con el general Musharraf su viejo adversario, pero con quien coincidía en la visión de un islam no extremista y abierto a plurales alianzas.

No me cabe ninguna duda de que ninguna persona, después de la "ejecución" de su padre y el asesinato de sus dos hermanos, pudiera no estar consciente del riesgo que iba a correr, pero era una política, y la muerte, junto con males menores como el exilio y la cárcel, son riesgos profesionales de quien escoge esa carrera de servicio público y no para servirse del público, como parecen creer otros.

No podré nunca olvidar el brillo de su sonrisa, cuando le dije, en un florido jardín de Lisboa (2001), que cuando volviéramos a encontrarnos deseaba que de nuevo fuera primera ministra de Pakistán.

Conversamos un buen rato y posteriormente me dedicó una biografía que acababan de consagrarle.

Su personalidad era fascinante, irradiaba compromiso y firmeza con su causa, un valor lúcido y la decantada serenidad de quien sabe qué es y para qué sirve el poder.

Esa noche, e inesperadamente, mientras tomaba con mi esposa un aperitivo en nuestro hotel, el jefe de su escolta –con discreción que pasó inadvertida para mí– se hizo cargo de nuestra cuenta, al acercarme a agradecer el gesto, el impresionante personaje me dijo, desde sus más de dos metros de altura, que era un placer para ellos, por las palabras que habíamos tenido hacia "la Señora".

Esa maravillosa oportunidad de conocer al casi mítico personaje ocurrió en el Congreso de la Internacional Socialista, en Lisboa, en el 2001.

Cuando llegamos al hotel, entre maletas y papeles, yo no había reparado aún en su presencia cuando se me acercó un compañero con la cara transida de admiración y me dijo: "Mira, esa es Benazir Bhutto". Es que su presencia suscitaba la admiración general, su belleza corría pareja con su tamizada elegancia.

Evidentemente, y pese a que el primer atentado contra su vida en esta campaña electoral costó 140 vidas, ni los "esfuerzos" del gobierno militar –y la carencia de círculos de seguridad tan eficaces como los que cuidan a Fidel y al comandante Chávez– pudieron preservar su existencia; los americanos escogerán de nuevo "el mal menor", es decir, Musharraf, y Pakistán se revolverá de ira y frustración.

La líder no es fácilmente sustituible, el PPP, el partido popular que fundara Ali Bhutto, buscará de quién echar mano. Ojalá lo encuentren.

Alá se apiade de su alma; de ella que comprendió la posmodernidad y la necesidad de cambios, no a golpe de bombas sino de leyes. Así sea.

Alfredo Coronil Hartmann (*)
[email protected]

*Abogado, politólogo, MS y PhD en Administración Pública

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