jueves 21 de febrero de 2008, 23:47h
Soso debate el protagonizado por los responsables económicos de los dos principales partidos: el ministro de Economía, Pedro Solbes, y el número dos de la lista de los ‘populares’ por Madrid, Manuel Pizarro. Los tres turnos de 10 minutos más los dos minutos y medio finales de propina se han convertido en una marea de datos y términos con los que la mayoría de la gente no está familiarizado.
Pizarro ha conseguido lo que parecía imposible, que Solbes sonase comprensible. Sus referencias a los ‘bonos alemanes’ o a complicados índices que ni siquiera suelen formar parte de la actualidad económica han deslucido en gran parte su actuación. Solbes contaba con el ‘handicap’ de su mal de ojo, pero a pesar de ello se le ha visto con muchas más tablas ‘políticas’ que a su contrincante.
En el primero bloque del debate, el candidato ‘popular’ ha comenzado con la retaíla de datos negativos sobre la economía a los que ya nos tiene acostumbrados el principal partido de la oposición, al que el representante socialista ha contestado con la otra versión, la positiva, a la que también nos tiene acostumbrado el Gobierno. Nada nuevo.
Sin embargo, durante todo el debate ha quedado la sensación de que Pizarro, al que se le notó bastante nervioso (cara de póquer cada vez que le enfocaba la cámara y estaba hablando Solbes), no ha salido de los datos sobre el paro y la inflación. Sólo se le ha notado cómodo cuando ha hablado de su tema favorito, la energía; un tema que el ministro de Economía ha eludido con un “luego hablaré de eso” que nunca llegó.
Pero quitando la situación energética, lo cierto es que a Solbes se le ha notado con muchos más argumentos que a Pizarro, o por lo menos los ha sabido defender mejor. El candidato ‘popular’, como la presa que se ve acorralada, ha optado por revolverse y sacar temas que no formaban parte de la actualidad económica.
Preguntado por Solbes sobre de dónde saldrán los 30.000 millones de euros para pagar sus rebajas fiscales, Pizarro contestó con una ironía algo fuera de lugar: haciendo desaparecer el Ministerio de Vivienda, no gastando 200.000 euros en la reforma del piso del ministro Bermejo, quitando la Oficina económica de Moncloa y no pagando a los terroristas (en referencia a la ilegalización de ANV). Vamos, que no contestó. También se fue un poco por las ramas en el penúltimo turno de palabra, cuando habló de educación para la ciudadanía, de inmigración y del apoyo a la familia.
Los dos utilizaron continuamente los típicos recursos para tratar de dejar en evidencia al contrario: “como bien sabrás”, “seguro que sabes”... El más pródigo en este tipo de ‘técnicas’ fue el ministro quien repitió una y otra vez que a Pizarro le habían informado bien, aprovechándose de la recién llegada del candidato ‘popular’ al mundo de la política. En resumen, con pocas novedades, en el que se han repetido los argumentos que llevamos oyendo desde hace semanas y en el que ha quedado la sensación de que a Pizarro le queda todavía un buen camino que recorrer para este tipo de duelos. El Congreso en la próxima legislatura, ya sea en el Gobierno o en la oposición, seguro que le viene bien para madurar su lado político.