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Con profunda tristeza y rabia contenida

Con profunda tristeza y rabia contenida

lunes 24 de marzo de 2008, 00:37h
La “revolución”, a como dé lugar, quiere controlar las Casas de Estudios Superiores. Alegando los vocablos trillados por el comunismo: “justicia e inclusión”, se dispone a violar su autonomía consagrada en el art. 109 de la Constitución vigente y en la Ley de Universidades.

 

Contemplamos como un país, que debería ser afortunado por los altos precios del petróleo, sea por el contrario desgraciado, indigente y endeudado, por el exorbitante gasto fiscal y las dádivas a extranjeros.  Somos un pobre país, que sólo exhibe el abandono, la desidia, las carencias y el rotundo fracaso del gobierno. Vivimos una “revolución”, en la cual los ciudadanos de menores recursos, no tienen acceso a los servicios públicos: agua potable, electricidad, cloacas, aseo urbano y vías de comunicación.

La infraestructura de lo poco que queda en pié, colapsa, por la falta de inversión y de mantenimiento. Las empresas del Estado (las “inventadas” o las estatizadas) son deficitarias o están quebradas. Los expendios públicos de alimentos racionados, son gerenciados por la improvisación, el desorden administrativo y la rapacidad.  ¡Todo es un desastre!...

Una estela de pérdidas súper millonarias agobia al país. Sin freno avanza el despilfarro, el derroche y la corrupción.  El jefe del desastre lo ha dicho y repetido una y mil veces: “Lo importante es lo político y no la economía”.  Nueve años se lo ha pasado en eso: politiqueando aquí y en el extranjero.

Mientras la ruina camina a paso de “revolución”, por todo el territorio nacional,  él pasea por el mundo sus rencores.  Desmesurado y excesivo,  cree poder debilitar al Imperio; competir con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: regalando dinero, otorgando préstamos a bajísimo interés y a largo plazo, condonando deudas y comprando bonos basura. A quién ha debilitado y llevado a la quiebra es a Venezuela.  Nos ha hecho  dependientes hasta de Nicaragua.

La rabia y la tristeza de las gentes se reflejan, en las últimas encuestas. El pueblo bravo, ha respondido con firmeza, que el culpable de todos sus males es el presidente.  Su caída es progresiva y sostenida. Así prepare el nuevo engaño electoral, desengavetando promesas, plasmadas en maquetas de cinismo, no podrá levantarse. “El pueblo no perdona a los traidores”, palabras ciertas y salidas de su propia boca.

Sus colaboradores maquillan las cifras económicas, pero no logran embaucar a una población, que no ignora que el crecimiento económico es ficticio. Los expertos en estos temas coinciden en: “que no puede haber desarrollo sustentable en el sector social, sin crecimiento económico”. Al mismo tiempo, que los petrodólares danzan escandalosamente, por América Latina y otras latitudes, a sus legítimos propietarios les racionan el otorgamiento de los mismos. Como si  fuese una dádiva “revolucionaria” y no tuviese cada uno el derecho de hacer con su dinero lo que le dé la gana, se les incluye en listas y  se les exige presentar pruebas de sus gastos, so pena de no otorgarles más divisas.

La “revolución”, a como dé lugar, quiere controlar las Casas de Estudios Superiores. Alegando los vocablos trillados por el comunismo: “justicia e inclusión”, se dispone a violar su autonomía consagrada en el art. 109 de la Constitución vigente y en la Ley de Universidades. El Ministro del Poder Popular para la Educación Superior, sin tener atribuciones para ello, pretende eliminar la prueba de aptitud académica. Una atribución que solo le corresponde a los  Consejos Universitarios.  Ante la defensa a la autonomía, de los once rectores que se oponen a sus pretensiones, respondió: “No deseo dar una pelea jurídica, pero si la diera el Estado tendría toda la razón”.

¡Por supuesto!... que la Sala Constitucional del TSJ, como brazo político de la “revolución”, estará pronta a servir en bandeja de plata “las razones”.  Igual como lo  hizo, declarando nula de toda nulidad, a la Junta Directiva del Colegio de Abogados del Distrito Capital, para designar en su lugar a los camaradas perdedores.   ¡Nauseabundo!...

Una arbitrariedad más  de un gobierno que ha perdido todas las elecciones de los gremios profesionales y la de los Centros de Estudiantes. Un régimen rechazado y condenado, por la mayoría de los ciudadanos.

Tristeza y rabia contenida de un país, al que quieren controlar y doblegar  por el atajo de la Ley Habilitante, pretendiendo imponer lo que el pueblo mayoritariamente rechazó el 2 de diciembre. ¡A movilizarnos compatriotas!...

¡Estamos cansados pero no rendidos!...

Myriam Obadía
Abogada venezolana
[email protected]

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