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Madrid es una fiesta

jueves 01 de mayo de 2008, 13:17h
Este puente bien podría rebautizarse como “el acueducto de Madrid”, por ser los madrileños quienes disfrutamos masivamente de él. Según la suerte del año –y este 2008, hay mucha-, son varios los días  festivos que se unen, vaciando la capital de nativos y llenándola de foráneos. Este año, además, la actividad lúdico-festivo-cultural es tan intensa, por la celebración del bicentenario de 1808, que la ciudad y la región se han convertido en una auténtica fiesta continua. Habrá exposiciones, representaciones, performances callejeras, espectáculos en plazas, grandes shows multitudinarios, actos simbólicos, reproducciones de acontecimientos históricos, dobletes de escenas inmortalizadas en cuadros… un amplísimo abanico para todos los gustos. Y si alguien, después de esto, no sabe qué pasó el 2 y 3 de mayo de 1808 en Madrid, no será por falta de oportunidades.

Pero entre todas las fiestas que estos días se repiten –mañana, tarde y noche-, hay una que este año resulta especialmente interesante: la recepción oficial de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que tiene como escenario la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol. Esa desde cuyo balcón principal se proclamó la República en 1931.

Todos los años, la recepción tiene su guasa. Unas veces, el chiste está en ver con qué cara se miran Aguirre y Ruiz-Gallardón, peleados o amigos fraternales según han soplado los vientos. Otras, en contar los apoyos recibidos por la anfitriona, en forma de visitas de ministros o ex ministros. Hay casos en que lo que se enumeran son, precisamente, las ausencias. Pero este, en el que estamos en la que parece ser la madre de todas las batallas en el seno del PP, la chispa de la jornada la pondrá la visita de Mariano Rajoy. El líder popular primero dijo que no iba, para luego rectificar, a las 24 horas, tras lloverle las críticas mediáticas de algunos sectores –y no estoy diciendo que cambiara de opinión por eso, pero ciertamente, lo pareció-.

El caso es que Rajoy irá, y todos los ojos estarán pendientes de lo que se dicen él y Aguirre, de si se besan, de la intensidad de su apretón de manos y de cualquier comentario que salga de sus bocas. Porque Madrid, en estos días, es una fiesta, y este año además, soplan aires de revuelta por todos sus rincones.
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