Estamos en vísperas de una crisis alimentaria a nivel mundial y cabe preguntarse ¿a quién le beneficia?. Si, porque es evidente que a lo largo de la historia de la Humanidad, las catástrofes siempre han enriquecido y favorecido a unos cuantos desaprensivos. La guerra de Irak ha hecho más ricos a unos cuantos, por ejemplo que le pregunten al vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney. Pero a lo que vamos, los expertos de los organismos internacionales avisan de esa crisis alimentaria que ya está dejando sentir sus primeros efectos. Bueno pues la respuesta de a quién beneficia es más que evidente: a las multinacionales que fabrican semillas y alimentos transgénicos. No lo digo, lo dicen las organizaciones agrícolas más importantes del mundo, lo dicen las organizaciones ecologistas, lo dicen científicos y cualificados expertos.
Nuestro país, como otros muchos, se estaba resistiendo a la invasión de los transgénicos, pero mire usted por donde el presidente Zapatero, de la mano del ahora ministro Miguel Sebastián, nos ha nombrado a una ministra que viene de ese mundo, la ministra Garmendia.
Yo no es que crea mucho en las teorías de la conspiración, pero sí me parece llamativo que una persona que viene de ese sector sea ministra en un momento en que las empresas de transgénicos están dando una importantísima batalla.
Hay países de la UE que tienen prohibidos los cultivos de transgénicos, y otros, como el nuestro que ya digo que se vienen resistiendo, pero... Ya verán como ante la crisis alimentaria que se avecina, crisis que naturalmente se podría resolver con facilidad, se harán campañas a favor de los alimentos transgénicos alegando que así se acabará con el hambre en el mundo. Nos dirá además que no son perjudiciales para la salud, y quienes han rastreado algunas de las manifestaciones de la ministra Cristina Garmendia, antes de que fuera ministra, pues se han encontrado con que es una defensora de que el consumidor pueda elegir si quiere alimentos transgénicos o no, e incluso parece haber dejado dicho que los transgénicos no tienen efectos perversos sobre la salud, lo que es mucho decir.
Verán, lo que nadie, nadie, puede asegurar es precisamente eso, que los transgénicos no tienen efectos sobre la salud, porque hay constatación científica de que sí la tienen. Los expertos aseguran que tienen un impacto negativo en la biodiversidad, que contaminan los campos, que son resistentes a herbicidas, que crean resistencias en las platas, que acaban con insectos necesarios para el equilibrio ecológico, que provocan reacciones alérgicas, y que quienes consumen transgénicos terminan desarrollando resistencias ante los antibióticos. O sea ya me dirán si los transgénicos son un invento inocente.
Pero además eso supondría que los agricultores dependerían en exclusiva de las grandes multinacionales que son las que les tienen que surtir de semillas. Los transgénicos no son inocentes y como ciudadana me preocupa que tengamos en el Gobierno a una ministra que viene de ese sector por más que digan que es una casualidad y que lo que importa es que es una persona competente. Yo no dudo que Cristina Garmendia sea competente, pero ¿en que dirección?
La obligación de los medios de comunicación es desconfiar siempre del poder, de manera que no esta de más que estemos atentos a lo que pueda suceder en un futuro inmediato en nuestro país respecto a los transgénicos. Zapatero, que va de moderno y ecologista y es tan políticamente correcto, también debería de estar atento.
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