miércoles 28 de mayo de 2008, 13:50h
Siempre hay tiempo para soltar las palabras, pero la oportunidad -decía Gracián- sólo está al alcance de los sabios. Con el doctor Llamazares como médico de cabecera, Izquierda Unida va camino de culminar la proeza de liquidar el patrimonio político del histórico Partido Comunista de España. A las última elecciones me remito: un millón de votos entregados a un diputado cuya primera iniciativa parlamentaria ha sido proponer la creación de un "protocolo aconfesional" para que en los actos públicos se supriman los símbolos religiosos.
Primera iniciativa parlamentaria, pese a conocer que en un solo trimestre se han ido al paro doscientos sesenta mil trabajadores y sabiendo que -según los expertos- la crisis económica no ha hecho más que empezar. Miles de trabajadores al paro y Llamazares preocupado por los crucifijos que cuelgan en algunos lugares públicos. Como si ése fuera el origen de la angustia que atenaza a miles de familias atrapadas por la hipoteca del piso, la usura de los bancos y la general incertidumbre laboral.
A la hora de explicar el porqué Izquierda Unida está hundida creo que más allá de denunciar la cuchilla con la que la Ley Electoral trata a los partidos pequeños, hay que preguntarse por su cabeza de filas. ¿Está en este mundo? ¿Tiene idea de lo que cuesta encontrar un trabajo y mantenerlo? ¿Por qué no le exige al Gobierno que admita que hay crisis y que ponga en marcha medidas sociales para paliar sus devastadores efectos entre las clases populares? ¿Cree, de verdad, el diputado Llamazares que la laicidad del Estado es el primer asunto de conversación -y de preocupación- entre los dos millones de trabajadores sin empleo que tenemos en España?
A quienes votan comunista o verde -que, por cierto, no es ni mucho menos lo mismo- ,a ésos, ¿quién les defiende en el Parlamento? ¿El actual líder de IU? Pues lo tienen crudo.