Señoras

La Ministra de Trabajo y Economía Social de España, señora Yolanda Díaz Pérez, tiene 52 años, es abogada laboralista y tiene una trayectoria personal y profesional que es o parece que es merecedora de encomio.

Entre otras acepciones, “señora”, es: mujer cuyo comportamiento y modales son siempre dignos y distinguidos.

De origen humilde-normal, su carrera universitaria la hizo a la par de trabajar. Es decir, el sentido de la disparatada realidad y el sentimiento de la disciplina-responsabilidad-solidaridad han hecho de ella una luchadora incansable para y por la dignidad-justicia social individual y colectiva… en un sistema tan crudo-cruel que la pobreza-riqueza no tiene control ni límite. Sistema donde las falsas elites suelen hacer-deshacer lo que les sale del forro, del gorro, del morro o del porro… con el aplauso de cobardes-ignorantes y de sus cómplices también.

Es cómodo, fácil y rentable olvidarse de sentidos-sentimientos-escaseces tan genéricos como engorrosos… y aprovecharse de una evidente formación-habilidad para vivir bien-muy bien y sin problemas en lo material… como han hecho y hacen demasiados hijos del pueblo que renuncian a sus ancestros-orígenes, o renuncian a su compromiso ético--moral para colaborar en el mínimo bienestar que necesitan los paisanos- personas más sacrificadas, más humilladas, más desfavorecidas o más explotadas.

Al margen de encuentros y desencuentros con otras señoras y señores de su partido, de otros partidos, de patronales y de sindicatos, Yolanda, tiene mucho que ver con la necesaria actualización de las pensiones; con los pasitos que se van dando en la subida de salarios en general y la subida del salario mínimo en particular. Y tiene mucho que ver con el freno a los usos y abusos de contratos laborales muchísimo más precarios-prepotentes que precisos-presentables. Es verdad que hay “empresarios” que no pueden pagar el salario mínimo… y es verdad que hay trabajadores que no pueden vivir así. ¿Además de la ministra… cuando se pone a planificar-trabajar la patronal?

La señora Yolanda, como responsable política, tiene poco que ver con todos o casi todos sus más-menos pusilánimes colegas anteriores en el cargo. Y como dama tiene poco-nada que ver con “damas-señoras” que pasan por la vida a la caza de famas-fortunas-frivolidades tan oportunistas como pecaminosas- sospechosas.

Yolanda, es una señora ministra que todos los días tiene que lidiar con presiones, aprensiones, pringues o propuestas internas y externas que solo su comprensión-convicción honesta y valiente la hacen seguir adelante para y por un porvenir más razonable-razonado para la mayoría de las gentes con y sin fronteras. Otra historia misteriosa es que ella y su formación política tengan menos votos de los deseados.

Yolanda, sabe que casi todo funciona por presupuestos. Y ella tira de presupuestos –proyectos para mejorar la irregular y desconcertante vida de muchos millones de personas en vez de tirar el dinero en proyectiles letales o promesas vanas por ejemplo.

Estos días ha dicho, o dado a entender, que: “hay que reducir la jornada laboral y revisar los excesivos ingresos de demasiados ejecutivos-ejecutores-especuladores”. Lógico, por un lado hay que repartir el trabajo y por el otro hay que equilibrar más y mejor los resultados que generen la productividad-distribución pública-mixta-privada.

Ojo, el precio de los carburantes, electricidad, y de casi todas las necesidades primarias-prioritarias… es el mismo para el multimillonario X que para el precario XX.

Sí, las estafas establecidas por el sistema son de proporciones tan monstruosas como hirientes o mortales.

Claro, ante esas intenciones-sugerencias sensatas y con sentido-sentimiento común de Yolanda, el Presidente de Presidentes Patronales y Figurante en Infinidad de Entes, Antonio Garamendi, ha dicho, o dado a entender, que: “quien es esa señora tan intervencionista para que se meta en camisa de once varas… como si fuese una dirigente de república bananera”

En la próxima crónica, titulada, SEÑORES, comentaré lo que entiendo por señores y por sus derivados: señoritos, señoríos y ¿sermones?