Pedro Sánchez fue a retratarse a Ucrania no a trabajar por la paz. Pedro Sánchez, que se mantiene en el poder con los votos de los partidos enemigos de la OTAN que encuentra en España. Va a retratarse a Kiev con Úrsula Von der Leyen y una esmirriada representación de diez miembros de la alianza a la que faltaban Norteamérica, Francia, Inglaterra y Turquía y Alemania sin Gobierno. Eran diez plañideras que parecían llorar ante un muro de las lamentaciones. Ni tan siquiera lo respaldaba el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Tuvo tiempo Europa para relacionarse con Rusia de mejor manera. Pero no pudo o no quiso porque sus dirigentes no fueron capaces de salir de sus peleas internas para establecer una política militar y económica desde la que negociar o lo que es peor, pensar que no lo hizo por pereza o por desidia. La izquierda progresista impregnó de antimilitarismo y buenismo condicionante las bases políticas necesarias para no rendirse ante todos los ataques a la libertad, sin querer pagar el precio de su defensa y justificando su ineptitud con el pretexto de soluciones diplomáticas inútiles a establecer con aquellos que no saben o no quieren negociar más que con la fuerza. Y ante la fuerza los políticos europeos se creían más fuertes de lo que eran.
Esta Europa equidistante con Israel, que era el bastión de la democracia frente a la versión más salvaje del terrorismo islámico, ahora debiera avergonzarse de ver a Donald Trump apoyarse en Arabia Saudita en su tarea pacificadora en Gaza y Ucrania. Los más cínicos de Europa se atrevieron a comparar a Donald Trump y Vladímir Putin con aquello que trajo tanta tragedia mal pronosticada entre un Chamberlain cobarde y un Hitler fanático. No es cierta la comparación. Chamberlain no tenía fuerza y Trump es poderoso y Putin no es un fanático sino una rata escurridiza alimentada con la mala leche de los Servicios de Inteligencia. No hay paralelo. Cuando Europa sepa defender sus principios y sus fronteras nos encontraremos en mejor situación.
Nadie representa mejor el llanto de Europa que Pedro Sánchez haciendo de plañidera en compañía de otros diez y destacando por el mínimo gasto en Defensa en la cola de los países de la OTAN que menos ayuda enviaron a Ucrania y que dio la espalda a Trump en la defensa de Israel. Un cinismo descarado con paseíllos ante las cámaras de TVE cantando el llanto de quien compra gas a Rusia con dinero que vale para el gasto con que pagar la ofensiva contra el pueblo mártir ucraniano. Limosna a Kiev y millones a Cataluña.
No se pueden comprender las aparentes extravagancias de Trump sin tener en cuenta que también significa mantener abierto el progreso al talento individual desde la máxima libertad y sin otra regulación que el poder del mercado y con el Estado reducido y los valores familiares en alza. La frase “La bandera sigue al dólar” no es un invento de Trump sino una expresión tradicional de los Marines veteranos. Aunque sea de manera contradictoria será a partir de este presupuesto cuando pueda resucitar Europa lejos del Muro de las Lamentaciones e interesada en la reconstrucción de un gran país.