José María Balcells, catedrático, erudito e historiador de la literatura española ha escrito un recomendable libro, de imprescindible me atrevería a calificarlo, publicado por Uja editorial. Un libro de 490 páginas dedicado a desentrañar las conexiones, desencuentros y afinidades con la corrida, del intenso pensador vasco al que en ocasiones le atribuyeron contundente hostilidad a los toros.
El título de Balcells es lo bastante expresivo para no perderse en disquisiciones, Tragedia en juego. Toros y tauromaquía en Miguel de Unamuno. De toros no sé si don Miguel de Unamuno sabía mucho, poco o nada. En algún sitio me acuerdo haber leído que lo que verdaderamente le gustaba del toro, era dibujarlo en libertad. Si sabía de sentimientos trágicos de la vida, natural es que, al menos como objeto de estudio y raciocinio, la corrida de toros no le fuera ajena a este insigne pensador. Paradójico y contradictorio al estilo de José Bergamín, Don Miguel de Unamuno carecía, se me alcanza a mí, del sentido lúdico y festivo del Bergamín que escribió libros tan determinantes sobre la tauromaquia como El arte de birlibirloque o La callada música del toreo, éste dedicado al genio jerezano Rafael de Paula, su amigo, el solitario de Jerez.
No voy a hablar aquí de los conceptos que articulan la filosofía taurómaca de Bergamín, lo apolíneo, Joselito, y lo dionisiaco, Juan Belmonte, uno ángel de luz y ángel de sombra el otro. Pero me parece oportuno recordar lo que la nota editorial de contraportada dice: “José María Balcells estudia de modo exhaustivo la presencia del tema taurómaco en todos los escritos unamunianos y realiza una nueva lectura, en algunos aspectos alternativa a la habitual y consolidada, sobre el posicionamiento del autor vasco acerca de una realidad conflictiva y ten notoria en su tiempo.
En la obra se hibridan investigación, ensayo y retrato biográfico, se enfocan personajes olvidados en las biografías de Unamuno y se concretan constantes y variables evolutivas en la actitud y opiniones del intelectual vasco acerca de un asunto cuyo arraigo secular atribuyó a su dimensión trágica”. Fin de la cita.
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