Cada día que pasa en este país más me parece que estamos descendiendo desde una cumbre –lo digo ahora en medio de un Tour de Francia apasionante-, en la que nos habíamos instalado no sé muy bien si por dejadez, por conveniencia o por necedad. Desde luego, no por convicción porque aquí las ideas articuladas y dynamicas brillan por su ausencia. Y, digo, bajamos a toda pastilla, sin frenos y con la sensación constante y firme de que nos vamos a dar una hostia de las que hacen época.
Al parecer, no nos bastan siquiera una guerra en plena Europa, un nuevo zar henchido de ambiciones imperialistas, una inflación del 10%, una subida de los tipos de interés, el pavor galopante entre la ciudadanía… Y el partido del gobierno aplicado en dar salida al desdibujamiento de la figura de su secretario general, Pedro Sánchez, al que ya da por perdedor hasta el CIS de su amigo Tezanos que, además y por si solo eso fuera poco, certifica que en España casi nadie conoce a las ministras que el presidente se sacó de la chistera en la crisis de gobierno de julio de 2021.
Un año después no es que el partido y el gobierno estén igual sino mucho peor. Un par de elecciones autonómicas perdidas -la última, Andalucía, por goleada histórica-, y el nerviosismo circulando ya histérico y desbocado por las venas del partido -especialmente entre alcaldes y presidentes autonómicos-, ante la negra perspectiva que presentan las autonómicas y las municipales de la primavera que viene. Y en estas, el imprevisible mago de la Moncloa se saca un par de conejos de la chistera, agita las aguas de Ferraz y del grupo parlamentario y barre de un plumazo a Lastra y a Héctor Gómez al tiempo que recurre a un viejo enemigo, Patxi López y encumbra a María Jesús Montero a la vicepresidencia del partido y a Pilar Alegría –una de las desconocidas ministras para el CIS-, a la portavocía de Ferraz en sustitución de Felipe Sicilia.
Inaudito que, a través de los medios afines, Sánchez haya filtrado los nombres de los afectados y que los propios miembros del Comité Federal del partido tengan que enterarse de la voluntad de su líder, no en el seno del máximo órgano del partido entre congresos, sino por esa otra vía. Pero el Comité, como la Ejecutiva, ya no parecen ser sino meras réplicas de la voluntad del secretario general y no órganos de análisis y de discusión de ideas y propuestas críticas surgidas entre sus integrantes. Allí, como en todo el partido y en todo el gobierno, solo impera la voluntad de Sánchez. Nunca como ahora se ha visto más claro que quien se mueva, ya no sale en la fotografía.
Podría pensarse que todos estos cambios están orientados al mejor engrase del partido, a la mayor versatilidad del grupo parlamentario y, en última instancia, para que el ciudadano perciba con mayor nitidez los desvelos del presidente y secretario general por cambiar las condiciones de vida y la situación de España y los españoles, pero no se engañen. No es así. Todos los movimientos habidos y por haber en el seno del partido y del gobierno están orientados hacia una sola meta: la permanencia de Pedro Sánchez al frente del timón del partido y del gobierno.
Si el secretario general del PSOE y presidente del gobierno de la nación pusiese todas sus ya demostradas capacidades de resistencia y resiliencia en pro de la ciudadanía y no de su persona, otro gallo nos cantaría. Por ahora el único estribillo que suena, tanto en Ferraz como en Moncloa, es el mismo que sonaba ya en diciembre de 2019: yo, mí, me, conmigo.
Si (
No(
