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"Mintió como todos": La erosión de la confianza en la política

lunes 28 de julio de 2025, 08:21h
Por Jesús Viñuela

"Mintió como todos" y "nunca puedes fiarte del gobierno, no les importamos nada". Estas frases, lapidarias en boca de personas mayores, reflejan una creciente actitud de desconfianza y escepticismo hacia los políticos y una palpable desafección hacia los gobiernos que de todas las siglas y colores, se advierte en cada rincón de nuestro país. No es el momento de debatir con esa convicción; al contrario, es un momento para analizar el porqué de esta realidad que cala hondo, incluso en aquellos más informados y comprometidos con la política.

La verdad es una víctima frecuente

Que los políticos suelen faltar a la verdad o retorcerla hasta desfigurarla es una convicción de sentido común que la evidencia confirma casi a diario. Si bien esto siempre ha sido un supuesto, la insistencia actual en esta idea se debe, en gran medida, a la propia conducta de los políticos. Han hecho mucho para convalidar esta percepción. Además, la dinámica informativa actual, con cascadas de mensajes simplificados y cruzados, deja poco margen para el matiz y la ponderación. Esto facilita la conclusión de que aquello que no ratifica la propia visión o los prejuicios individuales es falso y procede de una deliberada voluntad de engañar.

La desconfianza institucional no es buena para nadie

La suspicacia hacia los gobiernos y las instituciones, junto con la merma de confianza en su eficacia, ecuanimidad e intenciones reales, es un fenómeno que las personas mayores de la Asociación Activos y Felices denuncian con preocupación.

“Estamos acojonados, no hemos vivido una guerra, pasado hambre, emigrado a otros países para que una panda de getas, sinvergüenzas y mentirosos se digan representantes del todos nosotros, a mí no me representan”.

Es una tendencia que, en el fondo, es independiente de la coyuntura de frustración de expectativas generada por la crisis económica de los últimos años. Se registra en todos los sistemas democráticos, sean de mayor o menor solidez, y en todos los países industrializados.

Esta frase es la antesala de peligros más importantes, “se ha perdido el valor de la palabra, el honor, el compromiso, el deseo de ayudar a los demás… bueno lo han perdido ellos, creo que los mayores debemos volver a levantar nuestra voz”.

La línea difusa entre institución y persona

Raramente es posible distinguir entre las instituciones en sí y quienes las gestionan y representan. Las opiniones sobre el personal político están, por lo tanto, en estrecho paralelo con la confianza en las instituciones.

¿Dónde está la diferencia entre ellos como persona, o como siglas? ¿Ninguno es capaz de parar el y tu más…?

Las administraciones han demostrado su ineficiencia, todo es cuestión de una nómina, y entre los más dañinos están los comunicadores con carnet, hoy es blanco, mañana negro,” perdón, no miento solo he cambiado de opinión”.

Las guerras crecen, porque alimentamos la necesidad de una guerra, en vez de alimentar el dialogo y la paz con un par de cojones, las personas ya no pueden comer fruta, o pescado, ya no se hacen cinco comidas al día, solo tres y en breve alguien dirá que el ayuno es muy bueno y hay que hacer una, porque todo, absolutamente es una manipulación.

Estoy también muy preocupado por las nuevas generaciones que se incorporan a la política, en León estábamos realmente ilusionados con la incorporación de Esther Muñoz a la política nacional, me entristece ver que grita como los demás, que no ha tardado nada en aprender el “..y tú más” de su antecesora. Esperaremos un poco, pero de momento más de lo mismo, decepción.

Y eso es lo realmente preocupante. La frustración de expectativas ha sido siempre un caldo de cultivo para la inestabilidad política, el surgimiento de populismos y la aparición de demagogos autoritarios. En un momento en que la confianza en nuestras instituciones democráticas se tambalea, comprender y abordar las raíces de esta desafección es más crucial que nunca. ¿Estamos dispuestos a examinar nuestras propias expectativas y el papel que juegan en la construcción de esta desconfianza? ¿Estamos dispuestos a decir basta ya?

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