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La Generación Referente (Mujeres compositoras)
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La Generación Referente (Mujeres compositoras)

miércoles 04 de marzo de 2020, 12:36h

...Esperamos a que todo el mundo se fuera. Necesitaba entrar de nuevo sola.
Me acompañaba Sergio López, figurinista y querido compañero de batallas.

Entré en la Biblioteca y rápidamente conecté con la energía de la Sala. Es lo que tiene ser bruja, señores...

Miré a mi alrededor y recordé lo mucho que me gustaba estar rodeada de libros. Me habría encantado que la Universidad de Psicología hubiera alojado exposiciones en mis tiempos universitarios. Así en vez de quedarme mirando a Babia, podría haberme quedado mirando alguna imagen o rostro, hasta mimetizarme y fundirme con aquello que pensaba querría trasmitirme.

Empecé con Natalia Vergara. La miré con ese gran cariño que otorga las idas y venidas de la vida. Pensé: “Hay que estar muy loca para sacar adelante un proyecto como éste”. Y eso me mola. Será por experiencia propia. “Loca”. Pero sobre todo, valiente y curranta. Hemos aprendido mucho juntas. ¡Incluso a través de los conflictos!

Recordé lo mucho que costó fundar A.M.C.E y la necesidad tan tremenda que como colectivo teníamos. En 2016 ni éramos visibles, ni estábamos unidas o por lo menos localizadas y tampoco teníamos un sentimiento o relato común que dignificara nuestras obras y trabajo, por lo menos, al mismo nivel que nuestros compañeros.

Existían (resistiendo duramente a día de hoy) ciertos ámbitos como el sinfónico y/o audiovisual con problemáticas especialmente sangrantes con respecto a la equidad e invisibilización. Mercedes Zavala y Eva Gancedo lo corroboraban. No se estudiaba a mujeres en los libros de texto musicales. Y no porque o hubiera habido compositoras… Es que nuestra memoria musical era de dominio único masculino. Había ciertos territorios donde ni estábamos ni se nos esperaba. Mucho menos se nos daría tan siquiera la oportunidad, incluso estando en el mismo grado de excelencia que ellos, como las direcciones de Orquesta o cierto tipo de Premios y Reconocimientos al trabajo bien hecho.

Los datos de participación femenina en Festivales eran de vergüenza ajena. De igualdad de oportunidades y salarios, ni hablo. La reforma estructural requerida desde las entrañas del sector musical en cuanto a brecha de género era tan escandalosa que si queréis ahondar en el tema podéis consultar anteriores artículos publicados como Igual que ellos,Machofest o Redes sociales y brecha de género. Nos preocupaba especialmente que los roles que como mujeres y artistas eran tan rígidos que únicamente nos permitían habitar como bien dice Carmen París entre: “bombas sexuales” o “almas cándidas”. O como diría el mismísimo Freud: “Madres y Prostitutas”.

Jolín. Un segundo y se me pasa media vida por delante.
A veces puedo llegar a tener tantos datos y referencias a la vez en la cabeza, que tomar aire me lleva casi un minuto… Pero Sergio había localizado mi retrato y ya estaba parado frente a él.

Por mi cabeza se pasó el Goya de Eva Gancedo. El único que se ha concedido a una mujer en todos estos años. El empaque de Marisa Manchado reivindicando como los Premios Nacionales siguen estando en manos de los hombres, año tras año. El arte y fuerza de mi María Toledo. La gran Rosa Torres-Pardo. ¿Cómo Claudia Montero puede tener 4 Grammys Latinos y yo sin saberlo? ¡Dios santo! ¡Qué mujer!

¡Ay, mi querida Helena Bianco! Le dimos un Premio precisamente a Mujer Referente hace unos meses en A.M.P.E. y es que ¡jamás debemos olvidar aquello que nos ayudó a tomar forma con su irrupción en escena, a nosotros y a la sociedad en un momento determinado.

Deambulé entre compañeras y nuevas generaciones con tremendo amor.

Esperando que sepan transmitir su mensaje al mundo y nos colmen de buenos momentos. Deseando que nunca olviden a todas las que pelearon por normalizar conductas y visibilizar géneros y roles intransitados con la oposición que eso genera. Que para llegar a la cima no hace falta arrasar con todo de malas maneras. Hay que ir paso a paso. Pulso a pulso. Meta a meta.

Que la altura nunca fue GRANDEZA.

Paseé frente a todas ellas con el aroma a dignidad que otorga la edad y cantidad de muros derribados incluso cuando en la pared no había muescas. Con la rectitud del que pone ese primer palito escrito a tiza de una serie, esperando que otras pongan el siguiente hasta completar cuatro.

A algunas de ellas las conocía desde hacía años. Con Nur precisamente, empecé a caminar profesionalmente, hace ya la friolera de 18 años. Si nos lo hubieran contado entonces, nunca habríamos creído todo lo que se nos avecinaba. Menos mal que la vocación nos latía fuerte.

Me paré en Nalaya. Sonreí de medio lado. Estaba convencida que sus vivencias debieron ser tan tremendas como las mías. Todavía recuerdo cuando la entrevisté para una Revista de Electrónica & Lifestyle allá por 2010 (todavía en activo) y cómo su director no me dejaba firmar mis artículos sobre vocalistas. A mis compañeros de “renombre”, no sólo se lo permitían sino que con el tiempo me enteré que también les obsequiaban con buenos acuerdos publicitarios. ¡Vaya! Imposible no recordar la cantidad de amenazas y abusos de poder a los que me tuve que enfrentar sola en aquella época.

Imposible olvidar.

Pero más imposible era no sonreír, según iba avanzando, un poquito más.

Por fin llegué a mí. Consciente que bien podría haber sido algunas de las adolescentes que en otras fechas reverberantes podrían haber pululado por allí.

Me planté desafiante en todas mis versiones. Me faltaba la bolsa de pipas. La niña, adolescente y adulta mirando a la mujer en que me había convertido. Examinando el retrato de una tía de la que estaba verdaderamente orgullosa.

A la que nadie se lo había puesto nada fácil.

Miré escrupulosamente cada detalle del retrato de Pepe Molina a Doña Mónica.

El paso de los años. La miré a los ojos como aquel que te mira indiscretamente hasta invadir tu intimidad. Traspasando una vez más los límites de mi historia y la de las demás. Estaba “plantaíca ahí”. Rodeada de otras inmensas pioneras con su retrato en el Conde Duque.

Si ajustaba un poco mis sueños de juventud, había conseguido con creces lo que quería. Venía de romper prejuicios y techos de cristal a cabezazos en una época impensable y negra de la Industria Musical de este país. En un género al que alguna que otra “feminista ilustrada” que yo me sé, llamaría simpáticamente “campo de nabos”. Había sobrevivido a todo tipo de mala hostia, escarnios y vejaciones. Sin pasar por alto la negación e inundación que tanto daño hace cuando las cosas no son como cuentan los que tienen pasta a raudales para salir en los grandes medios. ¡Pero mira! con mi esfuerzo y tesón, rodeada de los de siempre, repito, de los de siempre, sin maniobras oscuras, había conquistado escenarios fantásticos.

Así que me llené nuevamente de AMOR...

Sólo me faltaba darme cuenta.

Tanto me hinche en aquel momento que volé.

Debía andar llegando a lo más alto de la Torre de Madrid cuando…

Se coló Zeltia Montes al ritmo de “Te quieren sumisa. Te quieren idiota…” en el plano del video que hacíamos para redes sociales. Así que aterricé de emergencia de nuevo en la Biblioteca Víctor Espinós y me dejé de intensidades emocionales dirección al bar, con las dos personas más talentosas y geniales del mundo. Pensando porqué en el Centro Cultural Conde Duque no existe una tercera biblioteca con nombre de mujer. Riéndonos a carcajadas. Recordando su traje de “Wonder Woman” en la última Ceremonia de los Goya. Seguro que más de uno no pilló la indirecta...

No puedo acabar este artículo sin dar las gracias a las diversas asociaciones feministas en la música como AMCE, MYM, MIM, Clásicas y Modernas, AMPE … y resto de compañeras vinculadas a la Industria musical que tan positivamente han incidido en la participación femenina en gran variedad de contextos y el acceso de mujeres a puestos de dirección. Estando a día de hoy, un poquito más presentes en todo tipo de escenarios y contextos de lo más diverso (Conferencias, Debates, Festivales... ).

Y qué decir del impacto que estamos generando en las nuevas generaciones de mujeres con esta visibilización…

Pues eso.

¡Seguimos!


Seguimos reivindicando:

-Igualdad de oportunidades.

-Igualdad en el pago de salarios a lo largo de nuestras carreras.

-Igualdad de mujeres en puestos de toma de decisión.

-Recuperar nuestra memoria musical feminista y que las mujeres referentes por sectores sean incluídas en libros de texto. (Y en Wikipedia, ¡claro!)

-Premios y Reconocimientos a igualdad de condiciones.

-Tolerancia Cero y Medidas preventivas contra los distintos tipos de acoso sexual y conductas inapropiadas.

-Programaciones equitativas hombres/mujeres en distintos paneles y escenarios.

-Programas de Prevención y Sensibilización para los equipos y futuras generaciones que conformarán la nueva industria musical.


Ahora sí. Ahora sí que sí.

¡Seguimos Señoras!


Exposición de AMCE (AMCEXPONE) en Conde Duque

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