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Pamplona, más mentiras, España y la UE

lunes 01 de enero de 2024, 11:33h

Ha sorprendido a algunos que la moción de censura que ha despojado de su cargo a la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (Unión del Pueblo Navarro, UPN), y colocado en su lugar al militante de EH Bildu Joseba Asirón, con el apoyo explícito del Partido Socialista de Navarra (PSN), que hasta ese momento había propiciado que la alcaldía fuese para la señora Ibarrola.

Contra el sentir mayoritario de los pamplonicas, por un lado, y contraviniendo toda una serie de declaraciones del sanchismo más cafetero por otro: “¡no pactaremos con Bildu, nunca pactaremos…!”, aseguraba la mar de serio y cabreado Pedro Sánchez en campaña, hemos pasado ahora al calificativo de “progresista” que Elma Saiz (los últimos meses concejal del PSN en Pamplona y hoy ministra de Seguridad Social, Migraciones e Integración), Óscar Puente (ministro de Transportes) y hasta la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y su compañera de gabinete Yolanda Díaz (vicepresidenta 2ª y ministra de Trabajo por la cuota de Sumar), han atribuido a Bildu para justificar la moción y dar un pasito más en favor del blanqueamiento político de los proetarras.

Si San Pedro, el apóstol, negó a Jesús tres veces antes de que cantara el gallo, este otro Pedro, el nuestro, también negó aún más veces que jamás de los jamases pactaría con EH Bildu. Claro que antes dijo algo parecido de Pablo Iglesias y Unidas Podemos, y miren cómo acabó la cosa... Aunque, después de cinco años al frente del gobierno de la nación, los españoles que aún no hayan calado a su presidente es para hacérselo ver. Cuanto más énfasis pone en negar algo, más certeza hay de que, tarde o temprano, hará lo contrario de lo que afirma vehementemente y hasta con chulería macarra.

Como con Junts y Puigdemont, hemos vuelto al mantra de hablar de “consenso” y de “entendimiento” con el que piensa diferente, para justificar lo injustificable y revestir de “cambio de opinión” lo que no es sino la enésima mentira de quienes nos gobiernan (donde dije digo, digo Diego).

Una vez más hemos comprobado al menos dos cosas: una, que la palabra de un sanchista no vale nada, empezando por la de su presidente —más bien su emperador—, Pedro I, el Mentiroso, como lo llama Luis del Val. Hoy defiende una cosa y mañana la contraria, y sin despeinarse siquiera. Y la segunda, que este es sólo el primer acuerdo que se hace público entre la formación abertzale y el gobierno, que ya habría llegado a un entendimiento absoluto con EH Bildu entre el 28 de mayo y el 23 de julio del pasado año, y que ambos ocultaron sigilosa y deliberadamente para que ese pacto no incidiese negativamente en el resultado de las elecciones generales del 23 de julio.

Más pronto que tarde —si no, al tiempo…—, veremos excarcelados a todos y cada uno de los presos de la antigua ETA, autores de asesinatos, extorsiones, secuestros y amenazas a ciudadanos vascos, navarros y del resto de España. No es extraño que la sangre de los integrantes de las diversas asociaciones de víctimas del terrorismo se haya quedado helada al corroborar que ahora han sido doblemente víctimas, al ser menospreciadas, ninguneadas y defraudadas irremisiblemente por el gobierno y el principal partido que lo sostiene, el PSOE.

Queda claro, pues, para futuros comicios electorales que, para el Partido Socialista pactar con los herederos de Batasuna y de ETA sin que estos condenen a la organización terrorista, ya no es para nada una cuestión de principios sino de conveniencia política, cueste lo que cueste. No hay límites éticos de ningún tipo.

Aún resuenan en nuestros oídos (más aún en los de los navarros), las palabras de la entonces portavoz del PSN en el Ayuntamiento de Pamplona, Elma Saiz, en el sentido de que EH Bildu aún no había condenado a ETA y, por tanto, esa era la línea roja de carácter ético que les impedía alcanzar acuerdos con la formación que lidera Arnaldo Otegi. Acuerdos ha habido y sigue sin haber condena por parte de EH Bildu. Los intereses electorales, ya se ve una vez más, están muy por encima de cualquier principio ético para el sanchismo.

Por esos cínicos “cambios de opinión”, ha podido salir adelante la moción presentada por EH Bildu, a quien esta vez ha apoyado el PSN, en un clima de enorme tensión política y social. Con 15 votos a favor y 11 en contra, la ya exalcaldesa pamplonica llegó a afirmar en una rueda de prensa posterior que prefiere fregar escaleras a pactar con Bildu. Al PSOE le faltó tiempo para calificar esa postura desde su cuenta oficial en Twitter como “clasista”, tratando así de desviar la atención de lo que constituía el meollo del cambio radical de postura operado en el PSOE. Todo para intentar reorientar el foco de navarros y españoles ante ese nuevo giro en la errática trayectoria de una formación política que se ha atrevido a sobrepasar todas las líneas rojas del comportamiento ético de un partido que se autodenomina democrático. No sé si esta vez los electores volverán a ser atacados por esa amnesia que parece arrastrar el ciudadano español o en futuras ocasiones le pasará la factura a quienes están dispuestos a lo que sea con tal de mantener el poder en el gobierno de la nación. Pero este y otros movimientos políticos no están cayendo en saco roto en las instituciones europeas, que ya están tomando la medida del traje que gasta nuestro presidente.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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