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'Vania': La vida que pasa

'Vania': La vida que pasa

viernes 11 de marzo de 2016, 09:43h

Los clásicos son tales porque uno no se cansa nunca de leerlos ni, en el caso del teatro, de verlos representados sobre el escenario. Antón Chéjov, y en especial su ‘Tío Vania’ es, sin duda, una de las obras maestras de la dramaturgia universal.

En un nuevo montaje -con una traducción de Rodolf Sirera-, el director valenciano Carles Alfaro ha vuelto sobre la pieza clave de Chéjov en una nueva adaptación que ha titulado simplemente ‘Vania’, que se estrenó el pasado día 9 en los Teatros del Canal, en donde permanecerá hasta el próximo día 3 de abril, con la intención de dar una mayor fuerza al texto, poniendo en primer plano a los personajes y defendiendo, según sus palabras, “una lectura del mundo de Chéjov de lo que está a punto de pasar, con unos protagonistas desesperados por el cambio”.

La pasión por Chéjov de Carles Alfaro no es, ni mucho menos, nada nuevo. Ya presentó en la temporada pasada, junto a Enric Benavent, una espléndida versión de seis historias cortas del primer Chéjov bajo el título de ‘Atchúusss!!!’ (http://www.diariocritico.com/noticia/482599/teatro/atchuusss-un-montaje-estupendo-y-divertidisimo-de-carles-alfaro-en-la-latina-sobre-textos-del-chejov-mas-joven.html). Mucho antes, en 2008, hizo también un ‘Tío Vania’ para el Centro Dramático Nacional y ahora vuelve con esta nueva versión.

De la mano de la compañía Moma Teatre, Carles Alfaro reúne en este ‘Vania’ a actores de la talla de Rafael Calatayud (El Profesor), Empar Canet (Elena), Josep Manel Casany (Vania), Ángel Fígols (El Doctor), Mamen García (Maman) y Rebeca Valls (Sonia), que el director valenciano ha puesto en la piel de los seis personajes del drama, aunque ha querido despojarlos de cualquier connotación de tiempo y espacio trasladando la acción desde la Rusia del texto original, a alguna zona indeterminada del África subtropical.

África

La acción comienza aquí en el interior de una casa de campo, de una familia aparentemente acomodada, situada en medio de una extensa plantación de algodón. Hace un sol de justicia y la humedad ambiental hace que la familia se refugie dentro de la casa. Allí, un viejo profesor, que acaba de jubilarse, se termina de instalar junto a su joven esposa, Elena. Con ellos también viven Sonia, hija de un primer matrimonio del Profesor; la Maman, madre de aquella primera esposa ya fallecida; y Vania, tío de Sonia, hijo de la Maman y cuñado del Profesor. Y, junto a ellos, un sexto personaje parece haber adoptado también la casa solariega como su segunda residencia. Se trata del Doctor, viejo amigo de Vania y amante de los bosques y de la naturaleza, casi tanto como de alguna de las jóvenes mujeres que habitan la casa de campo.

Allí el tiempo parece que se ha detenido. Un día se parece al anterior y al siguiente como una gota de agua a otra gota de agua (“cuando uno no tiene una vida real, tiene que inventarse una”, le dice Vania a su sobrina). Todo parece discurrir de forma placentera hasta que la llegada del profesor y su segunda esposa altera esos ritmos reiterados y aburridos de la existencia de quienes viven allí. Ahora, el Doctor desatiende sus obligaciones como médico y no sale de la casa atraído por Elena, la joven esposa del Profesor. Vania está también secretamente enamorado de ella, aunque, cuando finalmente se decide a confesárselo, es rechazado sin contemplaciones, y acaba refugiándose en la bebida. La Maman vive idealizando el pasado y endiosando al Profesor y, cuando le queda un rato libre, no deja de tocar el piano. Sonia, por último, ama locamente al Doctor, pero este ni siquiera repara en ello porque no tiene ojos más que para Elena (también enamorada del Doctor)… Estupenda la escena en que las dos mujeres se reconcilian y Sonia confiesa a Elena su secreto.

Chéjov presenta a sus personajes revestidos de todas sus virtudes y defectos, pero sin criticarlos de ninguna manera, y Carles Alfaro ha sido absolutamente fiel al texto y al espíritu de la obra del autor ruso. Todos ellos tienen su momento de defenderse ante el espectador. Nadie es enteramente bueno o totalmente malo…

Además de la dirección del montaje, Carles Alfaro se ha encargado también del delicadísimo diseño del espacio escénico y de la preciosa iluminación. Sobre el escenario, a la derecha, una hamaca trenzada de algodón blanco colgada del techo, que sirve de sitio de reposo y de confidencias de los personajes, preside la escena de principio a fin. Ella, como el resto del atrezzo permanecerá inalterable durante toda la representación. En el centro, el salón comedor de la casa, donde la mesa siempre está dispuesta con la bebida que consumen a raudales Vania, el Doctor e incluso Sonia. Y a la izquierda del escenario, el piano de cola, que acaricia Maman delicadamente y, como si el instrumento le sirviera de trampolín hacia tiempos y espacios del pasado. De vez en cuando, otros personajes, aporrean también el piano para potenciar con el gesto su estado de ánimo… Y, en medio de la acción, un espacio sonoro que evocan la proximidad de la naturaleza (bosque, pajarillos, lluvia, viento, tormenta, truenos…), combinados de cuando en cuando con melodías alusivas al momento emotivo de la acción o de los personajes.

En conjunto, un montaje muy cuidado en el que, una vez más, brota la vida de los personajes humanos de Chéjov que se sumergen en un cierto pesimismo existencial, al tiempo que recuerdan al espectador que solo se vive una vez y que no siempre hay segundas oportunidades para poder hacer lo que uno ha soñado en algún momento.

‘Vania’

Texto: Anton Chéjov

Dramaturgia, Dirección, Espacio Escénico e Iluminación: Carles Alfaro

Intérpretes: Rafael Calatayud, Empar Canet, Josep Manel Casany, Ángel Fígols, Mamen García y Rebeca Valls

Producción: Rafel Mompó

Teatros del Canal (Madrid)

Hasta el 3 de abril de 2016

Tráiler:

Más información: http://www.teatroscanal.com/espectaculo/vania-teatro/

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