Estar no es suficiente

Hay que fastidiarse. Que, después de cumplidos los cincuenta, tenga que acordarme del Hermano Servandino, un profesor de Filosofía al que llamábamos cariñosamente el ‘Sheriff’. Éste tenía a la clase tan distraída en sus teorías sobre Sócrates y Platón, como tienen los padres ahora a sus hijos viendo a Doraemon en la nueva tablet que le han comprado después de destrozar las tres anteriores. Y recuerdo sus dos frases favoritas: “Para ser hay que estar”. Que iba a acompañado siempre de un pero: “estar no es suficiente”

No lo sabía por aquel entonces. Esas dos frases tan sencillas me han servido mucho a lo largo de mi vida para darme cuenta de muchas cosas. Son obvias. Si me apuran kafkianas pero engloban muchas verdades y enseñanzas para la edad adulta para los que no hemos crecido con Doraemon y la tablet en la mesa todos los días.

Hace unos meses -pueden verlo en artículos anteriores- hacía referencia a lo importante que era para el Turf entrar en “El Estadio infinito”. Lugar pensado por el marketing de Movistar Deportes para señalar el espacio donde hay que estar. Las carreras de caballos, después de un peregrinaje por el streaming o por canales públicos, llegaban a la televisión cara, la privada, la que aglutina a los amantes del deporte. Tenía una ventana de lujo. Había que ser prudente. Pues bien ha pasado ya el tiempo suficiente para dejar la prudencia a un lado y decir abiertamente, con toda la tristeza, que el cambio ha sido A PEOR. Primero porque se está en un lugar donde si bien el target es un lujo, la cantidad de espectadores que pueden acudir a verlas en directo es más reducida al ser una oferta de pago y segundo porque sencillamente se ha mantenido los mismos servicios, eso sí con el desgaste que ofrece el tiempo cuando no se cambia nada, y con la extraña permisividad de un público que mientras haya carreras sabe que tiene que tragar con todo. Tenemos.

Y es una pena porque no hay deporte más visual que las carreras de caballos y con más capacidad de aprendizaje para los recién llegados. Sin embargo nos empeñamos en ESTAR olvidando el SER.