El partido de este domingo, en el que el Osasuna infringió su segunda derrota liguera al Real Madrid -sólo el Barça le ganó en el famoso partido del 5-0-, se convirtió en un lamentable espectáculo futbolístico. Para empezar, porque el Reyno de Navarra se comportó de manera impresentable con el rival, lanzando balones al campo cuando atacaba el Madrid para forzar que se pararan las jugadas. También volaron objetos a diestro y siniestro de manera continua. Pero más allá de este comportamiento tan impropio por parte de algunos, lo más llamativo fue escuchar a la afición exigiendo la cabeza de su entrenador,
José Antonio Camacho.
A Camacho no le perdonan que los resultados sean tan negativos, con muchas semanas sin una victoria, pero sobre todo que sea un madrileño, madridista y que disfrute con las victorias de España. Como el mismo entrenador osasunista reconoce, la sección ultra de la afición local, muy cercana al mundo
abertzale y vasquista, no le perdona que viniera este verano tan exultante con el triunfo de España en el Mundial. Ni que como entrenador del Osasuna, se dedicase a comentar los partidos de la Selección a grito vivo en el momento de celebrar los goles. Los cánticos que recibía fueron de todo tipo: desde los más groseros a otros menos radicales, que le pedían que ser volviera a Madrid con su Real Madrid. Son tiempos de radicales politizados en el mundo del fútbol, y eso es lamentable.
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