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El secreto de Camilleri

Andrea Camilleri
LA DANZA DE LA GAVIOTA
Traducción de Teresa Clavel Lledó
Ed. Salamandra. Barcelona 2012
222 págs.

viernes 16 de noviembre de 2012, 13:45h
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   A dos pasos de la galería de su casa, ya en la playa, Salvo Montalbano ve un espectáculo que le conmueve: la gaviota que acaba de caer en la arena, está actuando un extraño ritual, ese baile que da título a la última novela de Andrea Camilleri, 'La danza de la gaviota'. A pocos kilómetros, otro ser, esta vez un hombre, estará bailando un parecido ritmo de dolor y tortura, pero el comisario Montalbano no lo sabe todavía. Y a sus lectores se nos queda, tras estas primeras páginas, lo mismo que a él: un terrible mal cuerpo. Una sensación viscosa, contra toda razón, porque los presagios no existen.

     El primer capítulo de una novela policial, y lo saben bien los lectores del género, está destinado a poner en suerte la historia. De todas las maneras posibles -una visita a Poirot,  un asesinato cruel abriendo cualquier novela de Tevanian, esa nota casi meteorológica de Donna León....-   Camilleri prefiere abrir con un estado de ánimo, y aunque la narración discurre en tercera persona, será lo secreto, lo oculto, (lo que sólo uno puede decir de sí mismo si quiere), lo que aparece ante nuestros ojos. Con la eficacia de los grandes escritores, con la verosimilitud que se reserva a la primera persona narradora, pero sin usarla, Montalbano adquiere cuerpo y adquiere alma. No será un estado de ánimo gratuito. Algo, por sutil y personal que resulte ser, basta para que veamos a este hombre: un tipo grandón, mayorón, astuto y tierno, al que la violencia puede hacer vomitar, pese a que se la encuentra todos los días; al que la burocracia aburre soberanamente, y la jerarquía policial ni te cuento; al que motiva una obstinada compasión por los otros, que no le impide ni la buena comida ni la buena bebida ni el buen amor. Si la tragedia, como en este caso, se le acerca tan peligrosamente, leeremos una investigación aún más implicada que en otras novelas de su serie.

     Y eso que la implicación, la simpatía en el sentido más griego de la palabra  -¿no es mejor que empatía, tan de moda?- es el gran secreto del comisario  Montalbano. Lo que hace a este personaje ser distinto de tantos otros, aunque haya dejado huellas en el veneciano Brunetti, y se podría encontrar muy a gusto con el ateniense Jaritos, los personajes de León y Markaris.  Y yo creo que esa simpatía también debe de estar en la masa de la sangre del propio Camilleri, en el cristal de esa "historia que contar" que guía a todos los grandes. Andrea Camilleri nos la va contando a lo largo de una ya larga vida -nació en 1925- y, este "capítulo", La danza de la gaviota, recién aparecida en castellano, la confirma. Un mundo que se centra en Vigata, la ciudad imaginaria de la Sicilia real, que debe ser narrado y salvado. Como si, conociendo toda su sordidez, la asumiera, sin renunciar a redimirlo. No sería raro que ese fuera, también, el gran secreto de Andrea Camilleri.
 

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