El pastor
Terry Jones, un líder de a penas 40 feligreses en un país con más de 310 millones de habitantes, intentó
chantajear al imán que proyecta construir una mezquita en la zona cero con la quema de ejemplares del Corán. Una iniciativa que no sólo fue repudiada internacionalmente, por la
Casa Blanca y por su propia hija sino que en el último momento, el propio Jones tuvo que reconocer que eso de las hogueras de odio no tenía ni pies ni cabeza... y
rectificó. "Ni hoy, ni nunca" consumaría su amenaza, confirmó Terry Jones. Sin embargo, una pequeña mecha, lamentablemente, ya estaba prendida.
Este 11-S ha sido el que más ha dividido, tal y como nos cuenta desde
Nueva York el corresponsal de Diariocrítico, con manifestaciones a favor y en contra de la construcción del templo, olvidando que en las Torres Gemelas ya existía un lugar reservado al rezo musulmán y que en aquel brutal atentado varias decenas de muertos pertenecían a dicha creencia.
El problema es que el odio engendra odio y el efecto Jones ha sido imitado por una minoría fanática. En
Sudáfrica, la Justicia tuvo que intervenir cuando un empresario pretendía vengarse de la propuesta quemando él ejemplares de la Biblia y alguien tuvo que indicarle dónde estaban los límites de la libertad de expresión... En EEUU otros cuatro locos han pretendido seguir los pasos de la fama de Jones y este fin de semana han disfrazado de patriotismo alguna que otra pira estúpida e irracional.
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