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Crónica de Álvaro Paricio (ACB)

Final de la Liga Endesa: el Valencia apuntilla y desbanca al Madrid del título (84-76)
(Foto: ACB)

Final de la Liga Endesa: el Valencia apuntilla y desbanca al Madrid del título (84-76)

viernes 16 de junio de 2017, 22:24h

La sorpresa que estaba a punto de saltar de manera irreversible para el Real Madrid, favorito al título de la Liga Endesa ACB, sucedió, Porque los de Laso, poco acertados y espesos desde su derrota en la Euroliga, volvieron a no dar la talla en el cuarto partido y un valiento Valencia Basket, con su entrenador Pedro Martínez a la cabeza, les apuntilló (84-76) haciéndose con la corona.

Dicen que la derrota solo es útil si deja lecciones aprendidas y este Valencia Basket se acostumbró a la derrota sin perder la esperanza por ganar. En Vitoria aprendió a ser ambicioso para, meses después, entender que soñar se puede, pero con los ojos abiertos y sin confiar en lo que no se tiene. No hay nada más deseado que lo que se perdió, no hay nada más hermoso que lo que nunca se tuvo. Valencia hoy duerme en su sueño más hermoso.

“Vencer tres veces al Real Madrid sería algo épico, pero lo vamos a intentar y tratar de que este Valencia sea leyenda”, advertía Pedro Martínez tras el tercer partido de la serie. La épica a veces se escribe con renglones torcidos y las leyendas se construyen desde abajo. De ahí surgió el triunfo El Real Madrid, con cuchillo o sin cuchillo, salió a la pista sabiendo que no había camino de retorno en la Fonteta. Un paso atrás era caer al precipicio y por ello tomó las riendas del partido en cuanto éste comenzó a descontar segundos.

Con la novedad de Joan Sastre Valencia Basket salió al partido más importante que ha visto la historia de la Fonteta. Su inclusión en el quinteto no dejó de ser otra variante más con la firme intención de hacer más incómodo el encuentro al rival. Sin embargo, éste no se quedó atrás y ver a Jeff Taylor en el inicio era una apuesta doble por la defensa y la intensidad en el Real Madrid. Ambos equipos no escondieron nada y si el primer ataque de Llull quería demostrar su agresividad ofensiva, San Emeterio le respondió en duelo directo en la primera ocasión que tuvo. Estaba claro que los dos equipos iban a mostrar la mejor versión de sí mismo y el Rudy Fernández respondió con un triple al inicio local (6-3).

En el decisivo encuentro frente a Baskonia, Pedro Martínez puso énfasis al analizar la victoria en el buen inicio de su equipo. Esta vez, ante misma situación, salió con el mismo propósito. Pero en el baloncesto y la vida no sirve de mucho los buenos propósitos si estos no se sustentan en algo tangible y el Real Madrid lo sabía muy bien. El conjunto de Pablo Laso se encargó de espesar el ataque valenciano gracias a un Taylor que se dobló en ataque para dar a su equipo la primera ventaja del partido (7-10) con un parcial 1-7 que dejó en nada la pretendida escapada inicial de los taronja.

El partido era de las “sorpresas” y Sastre respondió a Taylor con siete puntos seguidos que devolvió la ventaja a los locales. El Real Madrid tenía la lección aprendida y a cada balón interior que llegaba a Dubljevic su defensa se cerraba en un agresivo dos contra uno. Incluso la segunda ayuda se situaba junto a Sikma, pero esto dejó libre a los exteriores de manera que el acierto de Sastre y Diot (17-14) puso en entredicho la estrategia.

Para el Real Madrid el problema podía estar en el perímetro taronja, pero realmente las dificultades estaban en el rebote. Desacertado en ataque, necesitaba de segundas opciones y por ello la aparición de Felipe Reyes con rebote y canasta le permitió retomar el control del marcador (19-20) y la situación a la conclusión del primer cuarto.

El tiempo nos llevó donde el agua estaba. 14 años después dice la historia, pero fueron 30 de auténtica espera. La realidad del tiempo habla de una final en 2003, pero en aquella ocasión apenas Valencia Basket tuvo tiempo para ilusionarse con un trofeo que efímeramente acogió en su ciudad. Hoy el Mediterráneo baña con sus cálidas aguas a un nuevo campeón como anticipo a la noche de San. El sueño taronja se hizo realidad.

Y lo hizo con una maravillosa ola que engulló al Real Madrid en el segundo cuarto. Con una segunda unidad maravillosa capaz de alcanzar un parcial 19-3 y dar una veintena de puntos a los taronja. Las rotaciones entraron en juego y si Guillem Vives cuestionó su estado físico con un triple, Pierre Oriola corrió la pista como siempre para dar un pequeño empujón al marcador en el arranque de segundo cuarto. Nueve puntos seguidos (28-21) enardecieron a la Fonteta haciendo que esta fuera lo más parecido a lo que se vive en una fiesta levantina.

El descanso y los cambios no le sentaron nada bien al Real Madrid (29-5 fue la anotación de los suplentes en el intermedio) y Pablo Laso tuvo que pedir un tiempo muerto para cambiar un estado anímico que podía revivir fantasmas recientes. El técnico seguro que hizo alusión a su defensa y a la necesidad de bajar ese terrible porcentaje del 70% (7/10) en tiros de dos.

Rafa Martínez colocó otro triple y el parcial creció al 12-0 en ese instante Ayón y Llull se levantaron de ipso facto porque Valencia Basket había adquirido una ventaja de 10 puntos y no se podía permitir mayores descansos para sus pilares. Empero. en el tiempo que tardaron en salir esta renta siguió creciendo tanto como el ruido ambiental. Los madridistas sintieron el tacto de la lona cuando Vives y Oriola conectaron para un 2+1 que puso el marcador en un favorable 41 a 23. Ellos habían encendido la mecha del parcial y así lo entendió el pabellón cuando despidió a Vives con una sonora ovación.

El Real Madrid estaba desubicado y superado por la situación. Pocas veces se ha visto tan al límite en estos años, y eso descompuso su orden ofensivo y aceleró una toma de decisiones que causó la caída de sus porcentajes (10/25 a tres minutos del descanso) y que su rival alcanzara la veintena de diferencia. La ola taronja fue de 26-3, pasándose del 17-20 al 43-23... y Valencia lo hizo con Dubljevic y San Emeterio sumando tres puntos al descanso.

Cuando el agua te llega al cuello lo único que queda es remar con todas tus fuerzas y respirar sobre ella hasta que el último aliento se consuma. Para el Real Madrid, a un minuto del descanso, ese aliento llegó con el esfuerzo de Carroll volando para coger un rebote ofensivo... con Ayón y Llull incidiendo en ataque. Aunque cuantitativamente no pareció dejar mucho en positivo, anímicamente verse a 17 puntos (48-31) debió ser entendido como un halo de esperanza para afrontar una segunda parte a vida o muerte.

“Vamos a tratar de que este Valencia sea leyenda” aventuraba su técnico antes del encuentro. Ganar al Real Madrid y conquistar la Liga Endesa sitúa al equipo taronja al nivel de leyenda. Como lo son en Valencia los nombres de Kempes, Albelda, Luengo o Rodilla, hoy esa lista da la bienvenida a los San Emeterio, Dubljevic y compañía. La frase fue una premonición de los que sucedió en el tercer cuarto porque incluso cuando peor lo tuvo, el Real Madrid demostró la grandeza de su orgullo tras verse muy abajo y sin soluciones a un rival que iba lanzado al título y logrando, con el 29-11 del segundo cuarto, la tercera mayor diferencia en un cuarto de la final.

Tras eso, poco margen de mejora quedaba para Valencia Basket tras la reanudación, pero, buscando esa perfección, Sastre voló para no dejar que decayera el ánimo entre los suyos. Cinco puntos del alero fueron un golpe en la cara a quien dudase de las intenciones del equipo (53-31). Con 22 abajo llegó el cambio defensivo de Pablo Laso y el equipo se puso en zona 2-3. Estaba claro que algo en el guión había que cambiar y, tras esperar unos segundos por si éste se producía de manera espontánea, el técnico forzó el cambio persiguiendo un síntoma de mejoría.

Pero poco se puede hacer cuando tienes delante a más de 8.000 jugadores con un deseo en mente. Un equipo blindado anímicamente por las desilusiones vividas no sintió apenas temblor frente a la táctica blanca y dejó que el tiempo corriera porque este era un jugador más en su causa. Más viendo que la diferencia, lejos de verse recortada, a mitad del cuarto quedaba instaurada en la veintena.

Al Real Madrid no le salía nada. Ni los rebotes de Felipe o Ayón se convertían en canastas ni la magia de Rudy producía los efectos deseados. Las chispas de calidad de Llull nunca perecen, pero la montaña a escalar era tan alta que urgió un acompañante en la pretendida insurgencia.

Esa compañía llegó cuando el Real Madrid dio una vuelta de tuerca a su defensa y además de la zona subió líneas para seguir tanteando el físico de Vives y los nervios del rival. Buscó una precipitación en el tiro que bajase sus porcentajes consiguiéndolo hasta el 67 a 53. Un parcial 0-6 era la máxima concesión que Pedro Martínez iba a permitir en el encuentro y pese a que la ventaja era tranquilizadora, los recuerdos del pasado no podían entrar en el pabellón.

El Real Madrid encontró lo que tanto había añorado y se agarró a esa defensa para colocar un parcial 0-9 con el que se situó 67 a 56 al término del tercer cuarto. La mitad del camino se había recorrido, la cima no parecía tan alta y eso incluso era mejor porque sabía cómo meter mano al rival... vio las llaves del pabellón y dejó que entrara la duda al rival.

Antes del encuentro ya lo decía: “un partido puede cambiar nuestra historia”. Perenne subcampeón, Dubljevic se cansó de ver como otros levantaron trofeos. Quería sentir esa sensación que otros le contaron y él vio de lejos... con ojos perdidos y cabizbajo. Su sentido del compromiso está fuera de lugar y antes los reiterados cantos de sirena de otros clubes él permaneció fiel a lo que considera como su hogar. Quizá por ello no dudó en señalar que “Para mí, conseguir un trofeo con el Valencia Basket es mucho, más que 10 títulos con cualquier otro equipo. Pero no es solo mi sueño, es sueño de todo Valencia”. Pocos como él pueden firmar como mayor rotundidad la frase. Dubi dijo basta de tanto perder y levantó el trofeo que le corona como MVP y, el más importante, el de Campeón de Liga Endesa.

Un triple de inicio de Diot quiso dar aliento al equipo en el peor momento, pero éste fue contestado por otro de Nocioni quien no se quiso despedir sin su ración de coraje y espíritu competitivo. Gracias a ello el Real Madrid se colocó a 10 (73-63) a ocho minutos del final dando la sensación de que iban a picar en la roca hasta que no tuvieran fuerza.
Eso o que el miedo del rival le colapsase. Eso apreció ser cuando un 2+1 de Llull dejó la diferencia en siete puntos y las cuentas del conjunto blanco comenzaron a salir. A punto por minuto todavía estaban a tiempo de remontar.

Pero claro, para ello debían contar con el permiso del rival y Sikma se negó a ello. Dos acciones del pívot en el poste bajo y dos triples errados por Nocioni y Llull dieron una respiro al agobio local. Sin embargo, no fue esto sino las palabras de su técnico lo que realmente serenó el templo el nervio de sus jugadores y les abrió los ojos para entender el momento, leer la defensa rival y atacarla con eficacia.

Por entonces el Real Madrid ya estaba a seis puntos (75-69) después de que Carroll recordase a todo el mundo que su puntería no desaparece. Eso sin duda que inquieté y por un momento, el de duda de Sastre para lanzar, Valencia se vio mal. Fue un momento que resolvió Sato con un triple. Hay canastas que valen más de lo que dice su valor, porque arrastran muchas cosas... esta valió más que tres puntos.

Esa acción afecto si cabe más al Real Madrid que al Valencia Basket, en tanto en cuanto, volvieron las malas decisiones y la precipitación en el tiro que castigó su oponente con un colosal Dubljevic que creció un palmo de su talla habitual para hacerse gigante en el rebote el día en que terminó coronándose como grande de Valencia. Los fallos en el triple de Carroll, Llull y Taylor aproximaron más el titulo a un conjunto valenciano que lo sintió como propio cuando Sato voló como cuando tenía 18 años y machacó el aro del Real Madrid. El jugador que ganó allí donde fue Valencia también lo hizo.

El 83 a 71 fue el epitafio de un partido, una serie y una Liga Endesa maravillosa en intensidad, con dos equipos entregados en cuerpo y alma a sus anhelos y donde venció el menos inesperado, el que más soñó en noches de tormenta.

Aquellos que regresaron en silencio tras perder una Copa del Rey, los mismos que salieron de casa por la puerta de atrás y sin Eurocup son los que hoy enjugan las lágrimas del pasado con la más bella de las recompensas a su fe y trabajo. Ellos, que encontraron un halo de esperanza a su esfuerzo, son los que disfrutan de la consecución del título más inesperado, de la historia con final feliz que todo padre contará en Valencia a su hijo cuando ve a este tropezar. Sirvan estos héroes taronja como ejemplo para seguir pensando que creer siempre merece la pena.

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