El panorama macroeconómico mundial atraviesa un momento de desaceleración moderada del crecimiento, una inflación aún por encima de los objetivos y un entorno geopolítico incierto que condiciona las decisiones de política monetaria. En EEUU, el presidente de la FED de Nueva York, y miembro del Comité Federal de la FED, considera que no hay riesgo de recesión inminente, aunque reconoce señales de enfriamiento en el mercado laboral, por lo que prevé más recortes de tipos este año para sostener el empleo sin poner en peligro la estabilidad de precios, destacando que la política monetaria debe mantenerse flexible ante los cambios en la actividad económica. Además, subrayó la importancia de preservar la independencia del banco central frente a presiones políticas, afirmando que la credibilidad institucional es clave para anclar las expectativas de inflación y garantizar un crecimiento sostenible a largo plazo.
En Europa, los responsables de política monetaria adoptan un enfoque más cauto, confiando en que el nivel actual de los tipos es suficiente para enfrentar los riesgos inflacionarios. Sin embargo, las tensiones comerciales, la debilidad del consumo interno y la caída de las exportaciones siguen pesando sobre la confianza empresarial. Tanto en Estados Unidos como en la zona euro, la estrategia dominante es esperar más claridad económica antes de realizar nuevos ajustes, priorizando la estabilidad macroeconómica global.
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