Los datos anticipados de actividad que componen los PMI de la industria, tanto a un lado como a otro del Atlántico, continúan alimentando las expectativas de moderación creciente de la actividad. El índice europeo definitivo de junio empeora a 43,4 vs 44,8 de mayo. El norteamericano cae a 46,0 en junio desde el 46,9 de mayo, cuando en junio del año pasado estaba en 52,7, de modo que el diagnóstico continúa siendo el que corresponde a un sector industrial en desaceleración. Los mercados acogen los datos con la prevención que impone la retórica restrictiva que mantienen los bancos centrales diseñada con el fin de mantener esa expectativa de que continua la rigidez. Mucho han de cambiar las cosas para que, a finales de julio, la Reserva Federal no recete otra ración de skip que no hará sino reforzar la idea de que si no subieron en junio, no tendrán evidencias que les hagan despachar un alza ahora. No aplica lo mismo al BCE, porque aquí el compromiso es firme de un alza en julio y la retórica se mantiene inasequible respecto a que hay todavía un camino por recorrer. Sin embargo, de continuar las cosas así, y no hay síntomas de otro tipo, pronto empezará a cuestionarse por los mercados el alza en septiembre.
Sea por esto o por la falta de convicción en una jornada que ha sido semifestiva como antesala al 4 de julio que hoy mantiene cerrados a los mercados en EE.UU., o incluso por la manifestación de la Secretaria del Tesoro que ha hecho referencia a su diálogo con las autoridades japonesas para valorar la oportunidad de intervenir en el mercado de divisas para frenar la evolución a la baja del yen, lo cierto es que el par euro/dólar recupera los valores de 1,09 y ya somos testigos de anuncios de algunos de los principales bancos norteamericanos de revisar a la baja su pronóstico para el par mirando más allá del cierre de este año.
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