La lucha continúa

La guerra a la inflación se da en todos los frentes. Cuando los datos ya son firmes, son historia. El combate más importante se libra en las expectativas. Los bancos centrales tratan de influenciarlas y además de hacer un balance retrospectivo, saben que es el prospectivo el terreno donde se juega el resultado final. La primera parte de este combate crucial se jugó hace meses, cuando las expectativas amenazaban con desbordarse recordando lo acontecido en los años 80. Esa batalla se libró y se ganó. Las expectativas dejaron de subir. Aun así, se anclaron en niveles muy por encima del 2%. Todavía mucho por hacer. La medicina consistió en el más veloz, intenso y generalizado ajuste monetario de la historia. En junio se despachó una nueva ración, en las que solo algunos muy señalados como la FED se quedaron al margen. Pero en todos los casos, los anuncios fueron acompañadas de discursos de tono duro, dirigidos precisamente a moderar las expectativas.

Ayer el BCE se dio la leve satisfacción de publicar que las expectativas en la eurozona se habían moderado al 3,9% a 12 meses. No es mucho desde el 4,1% de abril, pero si es la más baja desde el comienzo de la guerra. Las expectativas a tres años siguen ancladas en el 2,5%. No está mal. También se conoció que los precios industriales en la eurozona entraron en mayo en crecimiento interanual negativo, un -1,5%, la primera vez que esto ocurre desde diciembre de 2020.