San Isidro: novillada de triunfo... sin triunfadores

Era uno de los carteles rematados del ciclo, en cuanto a las novilladas, y sin ser un petardo, porque hubo cascabeleo de detalles sueltos, en mayor grado con el percal, que los tres aspirantes a figuras manejaron con solvencia y diversidad de suertes –que no es poco en estos tiempos en que el uso artístico del capote se ha convertido casi en un trámite en el primer tercio-, tampoco los chavales alcanzaron el aprobado. En todo caso, raspadito raspadito, Andy Younes.

Porque el francés, que debutaba en Las Ventas, a pesar de que le correspondió el novillo más bravo, dentro de que todos sin serlo cumplieron en su pelea con los caballos, precisamente el piquero le dio mucha leña en la primera vara y el animal luego blandeó pronto ante la muleta. Aunque antes permitió a Younes unos esperanzadores inicios muy en la línea de su compatriota Castella –eso sí, a veces con exceso de ventajismo-, que no son malas aguaderas: tres arriesgados pases cambiados, uno del desprecio, uno de la firma y el de pecho.

Nos las prometíamos felices, sobre todo el novillero, pero el burel acusó los largos puyazos y ya no embistió más. Younes, que se había lucido por verónicas, ya no pudo repetir con el que cerró plaza, escasamente ofensivo de cuerna y descastado, renuente a seguir el engaño.

Menos pudo taparse Leo Valadez, con el mejor lote, que desaprovechó con unas faenas de esas oleadas, musicadas y orejeadas en tantos otros cosos, pero no en la cátedra madrileña, a dos dijes nobles y chochones a más no poder y obedientes a la muleta, en mayor medida el codicioso cuarto. Porque el mexicano, brillante y variado con el percal toda la tarde con verónicas, chicuelinas, gaoneras, faroles y espectaculares zapopinas, demudó en el último tercio en un pegapases mecánico y sin alma.

Tampoco Diego Carretero, que venía de cortar una oreja hace dos meses en la Monumental, aprovechó el triunfo que se barruntaba por la catadura colaboradora de sus dos enemigos, ante los que, como en los quites en los de Valadez, sí dejó un buen sello capotero. También apuntó, sin disparar su apuesta por el clasicismo en ambos sin llevar a explotar. Salió a por todas en su segundo, más encastado, con un intento de cartuchito de ‘pescao’ y de aplicar de nuevo su estilo ortodoxo, pero el albacetense se había dejado el famoso temple del acero de las navajas de la tierra y el que alboreó durante un cuarto de siglo su paisano Dámaso González, por lo que hubo enganchones en demasía.

No obstante, por sus ganas de fraguar un éxito, se la jugó con las ajustadísimas bernadinas, en una de las cuales fue volteado con enorme saña. El golpetazo del pitón le dejó al aire sus partes íntimas y todos pensamos que llevaba un cornalón (foto), que finalmente por fortuna no se confirmó. Desmadejado y hecho un ‘ecce homo’, Carretero derrochó testosterona y volvió a la cara de su enemigo para endosarle un par de nuevas bernadinas antes de pinchar y agarrar un estoconazo de ley candidato a premio.

Ficha

Novillos de MONTEALTO, bien presentados en general y de diverso pelaje; nobles y manejables aunque justos de fuerza; 3º bravo; 1º, 4º y 5º encastados. LEO VALADEZ: silencio tras aviso; silencio. DIEGO CARRETERO: silencio; ovación. ANDY YOUNES: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. Algo más de dos tercios de entrada.

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