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El impresionante percance de Castella en su segundo toro.
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El impresionante percance de Castella en su segundo toro. (Foto: Plaza1)

San Isidro: un heroico Castella abre la Puerta Grande tras una espeluznante cogida

Corrida chica de Garcigrande/Hernández con un Ponce en su línea ventajista y facilonga y un Colombo desapercibido

miércoles 30 de mayo de 2018, 23:19h
Son seres superiores. Torearán mejor o peor, sí. Pero son seres superiores. Por ejemplo Sebastián Castella, que sufrió una de las más impresionantes cogidas de los últimos años cuando fue empitonado en la cara por 'Juglar', su segundo enemigo, volteado y perseguido con saña en la arena. Se temía cornada gravísima en la cara y en más lugares de su anatomía. Por fortuna, sólo fue la paliza y el francés, desmadejado, fue capaz de seguir y hacer una faena emocionantísima para la que el público, también emocionando, pidió y obtuvo el doble premio. Con una corrida de Garcigrande/Hernández escasa de trapío y casta,como es habitual con las figuras que los eligen, Ponce fue ovacionado y Colombo pasó desapercibido.

Son seres superiores. Se insiste. Y hasta heroicos. Porque, cuando Castella, que quedó tendido sobre la arena unos eternos segundos dando la imagen de que la tragedia se había producido -y con los corazones sufrientes y apretados de los espectadores-, iba en volandas a manos de sus compañeros hacia la enfermería, pegó un brinco y a duras penas se puso de pie aunque desmadejado. Era increíble que sólo tuviera el palizón.

Le recompusieron el traje y las medias y el francés, con un pie vendado y casi a rastras, tomó el capote y puso a ‘Juglar’ en suerte para el segundo puyazo. La angustia desapareció del rostro del público y Castella, aun disminuido, mostró su casta de torero en figura para iniciar su emocionantísima faena de rodillas con una tanda de naturales y un gran pase de pecho, con las palmas de la gente, de nuevo con la angustia, echando humo.

Ya en pie fue capaz de varias series de ortodoxos redondos y naturales –varios de frente- e incluso improvisó un pase cambiado con los pitones rozándole los alamares y un larguísimo circular con las astas imantadas a la flámula. Cuando 'Juglar' casi se acabó, hizo el péndulo y se metió entre sus pitones antes de un espadazo en lo alto.

Aquello era muy de verdad y aunque el premio justo habría sido una oreja -se entiende el grito de un sector del público al presidente: "Fuera del palco"- , el usía se contagió de la emoción y le dio la segunda, tras la cual y la clamorosa vuelta al ruedo, Castella pasó a la enfermería.

Fueron los momentos cumbres de una tarde en la que no hay que olvidar que el francés y Ponce se anunciaron con una de sus ganaderías favoritas de las dos divisas de Domingo Hernández, y el trapío de los toros dejó mucho que desear. También dejó que desear un Enrique Ponce que vio como le devolvían por invalidez supina la ratita con cuernos que salió en segundo lugar. Con el sobrero, menos inválido -a pesar de lo cual comenzó con doblones por bajo ¿…?- llevó a cabo su ya clásica faena: varias series encadenadas con facilidad sobre la derecha con empaque y ventajas, algún bello cambio de mano, otra al natural sin relieve alguno y adornos para cuadrar. A lo que en este caso unió un bonito desarme.

Todo ello tan esturreado por el ruedo como muy jaleado por la mayoría de un público entregadísimo -cómo está de blanda, salvo gloriosas y exigentes excepciones, la Monumental- parte del cual llegó a sacar el moquero pidiendo premio orejil a pesar de un feo espadazo trasero y desprendido. El otro burel, también muy flojo, permitió al valenciano su ya también clásica labor de enfermero, que ahora caló menos entre la gente. A pesar de que Ponce se pegó un arrimón, con gestos muy teatrales quejándose de su enemigo -a lo que un parroquiano le espetó, con razón: "Venga usted con toros en vez de quejarse"- cuando el animal era casi un cadáver. Y lo fue segundos después con un bajonazo infame.

El toro de la confirmación de José Enrique Colombo tampoco era un dechado de fortaleza ni casta por lo que dejó al venezolano inédito. Algo más parecía que le iba a permitir el ultimo, al que como al primero banderilleó con espectacularidad, pero Colombo, voluntarioso pero torpe, fue desamado cuatro veces, cuatro y no supo enderezar este cuadruple fiasco. La tarde había sido de un Castella que anduvo vulgar en primero con un exceso de enganchones. Y que se desquitó en el otro, orejas merecidas o no aparte, con su valentísimo comportamiento de héroe y de ser superior.

FICHA

Cuatro toros de GARCIGRANDE y 3º de DOMINGO HERNÁNDEZ, mal presentados en general excepto 5º; escasos de casta aunque nobles y flojos. 2º, sobrero de VALDEFRESNO (en sustitución del anunciado de Garcigrande devuelto por inválido), justo de trapío y manejable. ENRIQUE PONCE: gran ovación tras leve petición; ovación con algunos pitos. SEBASTIAN CASTELLA: silencio tras dos avisos; dos orejas. JOSÉ ENRIQUE COLOMBO, que confirmaba alternativa: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 30 de mayo, 23ª de Feria. Lleno de 'no hay billetes'. Enfermería: Castella fue atendido de herida por asta de toro en la cara lateral de la parte posterior del pie izquierdo. Contusiones y erosiones múltiples’. Pronóstico reservado.

Crónica del festejo anterior

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