La mujer y su tragedia: del sacrificio y la perfidia, a la venganza

Pero es el hombre el que tiene la última palabra. Es Agamenón, el padre de Ifigenia y líder del ejército griego en la guerra de Troya, quien ha de tener la última palabra. acorralado por la disyuntiva de sacrificar o no a su hija Ifigenia por mandato de la diosa Artemisa. He aquí el dilema que sume a un hombre en lo más profundo del abismo. Se trata de uno de los momentos culminantes de la obra (magistralmente interpretado por Fran Cánovas que sustituyó a Juanjo Artero, según se anunció antes de la función) al hacer de él un ser muy humano hasta que, finalmente, decide seguir el designio de la diosa.

En un tiempo tan convulso como el que vivimos es necesario echar un vistazo a lo que nos transmitieron los clásicos con sus obras. En Homero, en Esquilo, en Sófocles o Eurípides descansan la experiencia y la sabiduría. Hoy están más de actualidad que nunca y es bueno que haya autores y compañías que dejen constancia de que hay comportamientos, hoy en día, que, desgraciadamente, no han sufrido cambios.

Con el texto de Silvia Zarco y bajo la dirección de Eva Romero se nos presenta un montaje sencillo, aunque algo dilatado en el tiempo de ejecución, con un gran trabajo interpretativo a cargo de un sólido elenco conformado por Alberto Barahona (Ulises), Néstor Rubio (Aquiles), Rubén Lanchazo (anciano y Poliméstor), Maite Vallecillo (Esclava y Corifeo).