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Águilas de cristal

Águilas de cristal

lunes 16 de marzo de 2009, 17:27h
Resulta inconcebible que en el año nueve del siglo XXI haya personal de cierto rango político capaz de perder el tiempo pensando en cómo hacer desaparecer las águilas de San Juan de los escudos de las vidrieras de algunos edificios estatales. Igual podría pensar en cómo borrar las águilas de los emblemas de los Reyes Católicos que no eran, precisamente, unos demócratas al uso aunque sí unos personajes imprescindibles para comprender nuestra Historia.

Son secuelas de una parcial Ley de la Memoria Histórica que no ha sido capaz de captar la visión del pasado de los españoles vivientes. Estos españoles saben muy bien que el pasado indeseable fue el guerracivilismo fomentado por la división insalvable entre dos conceptos de España durante la excluyente y sectaria II República. También saben que, tras el fin de nuestra propia contienda, Europa se desangró en la tragedia exacerbada con los totalitarismos fascista y comunista que contaminaron, directa o indirectamente, a muchos países de aquella época. Pero desde 1939 o 1945 hasta la Constitución vigente, pasaron más de treinta años en que pudieron desarrollarse sin hacerse cuestión de más o menos águilas.

    Como escribió recientemente el catedrático de Derecho Político Manuel Ramírez, refiriéndose a  ese trienio: “Antes había más orden, antes había más autoridad ahora perdida por doquier, antes había más gusto, antes se respetaba más a los mayores, etc, etc.” Pero lo importante es que aquel “antes” aunque desde un sistema autoritario, transformó las condiciones sociales, culturales y económicas de forma que fue posible concordar la Monarquía Parlamentaria en que llevamos viviendo casi cuarenta años tanto los españoles que recuerdan como los que no pueden recordar porque aún no tenían uso de razón.

    Pero unos y otros deben saber que bajo las alas de aquellas águilas se proclamó la Ley de la Reforma Política, se legalizaron todos los partidos políticos, incluidos el comunista y el socialista, y se refrendó y difundió la Constitución vigente. Hechos incuestionables, ya que basta ojear el Boletín Oficial del Estado o las primeras ediciones del texto Constitucional para contemplar las famosas águilas heráldicas. Por ello, sería más lógico que, en nuestros días, algunos políticos o políticas se preocupasen más por los parados de carne y hueso que por las águilas de cristal de las vidrieras.
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