No nos van a perdonar que permitimos, por mezquindades o miras cortas, que este enorme espacio político nacional y popular que ha dejado vacante el kirchnerismo con sus limitaciones y errores, nos lo ocupe, -aunque sea en parte- la derecha con engaños. Hay un nuevo desafío ante la historia, hay que estar a su altura.
El kirchnerismo como proceso político, con sus muchos aciertos y sus muchos errores y limitaciones, en más de seis años, está ya agotado políticamente.
Es decir, no tiene capacidad -por falta de apoyo popular- para profundizar un mejor modelo de país; e incluso tiene cada vez más dificultades para sostener lo que en ese sentido hizo. Trata, y lo bien que hace, de conservar gobernabilidad hasta el 2011; tarea más que ardua habida cuenta de la crisis económica en curso y de la debilidad en que se encuentra. Hasta allí llega su horizonte, no engañarse con fuegos de artificio.
La primera en percibir esto ha sido la derecha -política, económica, eclesiástica, gremial, etcétera- que no sólo activó a partir de allí su estrategia de confrontación en todos los planos sino que, además, se puso sostenidamente a trabajar para conformar las alternativas políticas necesarias, en pos de hacerse del gobierno nacional en el próximo turno; también de la hegemonía política en el país. Visible fue esto en las recientes elecciones legislativas, donde apuntaron no sólo a vencer al kirchnerismo, sino también a ocupar todo el espacio opositor con distintas variantes de lo mismo.
Pero un cosa es pretenderlo y, otra, es lograrlo. Derrotaron al gobierno Nacional -como era previsible acorde a la suma de desaciertos que acumuló éste- pero no lograron conformar alternativas consistentes, ni del lado del Pro-peronismo, ni del Acuerdo Cívico. En el mes y medio transcurrido desde los comicios se les ha agravado en alguna medida esta falencia. No vamos a sobrestimar esto, habida cuenta de la capacidad de resolver sus contradicciones que históricamente ha tenido la derecha, pero es un dato a tener en cuenta.
En particular, porque lo que les dificulta agruparse en opciones más homogéneas y consolidadas, mas allá de las lógicas y habituales contradicciones entre los grupos de poder, es la sociedad en concreto que tienen que abordar y convencer de sus proyectos y propuestas. Una sociedad que, una vez más, se ha distanciado fuertemente de la política y de las dirigencias tradicionales; puede votarlos, pero no les cree ni se entusiasma con ellas.
Un pueblo que no es cierto que haya girado a la derecha, sino que en este siglo ha recuperado banderas que fueron sembradas de escepticismo e incredulidad en los noventa, y no hay indicio de que las haya abandonado. Cuestiones ambas que dificultan el discurso y las propuestas engañosas de la derecha en sus distintas expresiones.
Dicen que van a disminuir la pobreza; ¿cómo harán para que les crean si proponen al mismo tiempo beneficiar a los sectores más concentrados? Sostienen que hay que renovar la política; ¿cómo harán eso creíble si los acompaña lo peor de la dirigencia tradicional? Proponen aumentar las inversiones para crear más empleo; ¿de qué manera venderán eso proponiendo volver al FMI y abrir el país a las empresas extranjeras? Critican los acuerdos regionales con Chávez, Correa y Evo; ¿cómo ganarán consenso para una nueva alianza con los EE.UU?
Vociferan que el Estado no es buen empresario, pero no parece sencillo embellecer a las privatizadas ni justificar el saqueo petrolero y minero. En síntesis, nada fácil la tienen los amigos de lo ajeno, aunque la vendan distinto. Sin subestimarlos, por cierto, pero tampoco dándoles más importancia de la que tienen. Observemos, sino, las complicaciones de Macri en la Ciudad de Buenos Aires.
Claro que les podemos dar batalla. Como hemos dicho en ya desde Libres del Sur: ¿Quién dijo que está escrito que van a ganar ellos? Pero para dar esa batalla no alcanza con la claridad de que el ciclo del kirchnerismo terminó, ni con tener proyecto para elevar el piso alcanzado por éste en transformar el país, ni con percibir las dificultades de la reacción. Hace falta algo más: hay que unirse.
La derecha dividida está en problemas (en buena hora) pero tiene poder lo mismo.
Nosotros, cada uno por su lado, difícil que cambiemos la correlación de fuerzas. Hay que grabarse esto, tenerlo siempre presente y, por ende, debatirlo cuantas veces sea necesario con aquellos sectores y dirigentes del campo popular que hacen de cada diferencia una cuestión de principios; como así también con aquellos cuya preocupación es ver si logran ponerse por encima del resto. Caminos equivocados ambos, reflejo de poca voluntad de disputar poder con el enemigo que intenta venirse sobre el país.
No, compañeros y compañeras, hay que apuntar alto en esta batalla que tenemos por delante en los próximos años. Debatamos, discutamos si es necesario. Como en cualquier matrimonio, hasta pelearse un poco es válido, porqué no; pero, si al mismo tiempo nos vamos uniendo con flexibilidad, amplitud y perseverancia. De esa manera, podemos presentar a nuestros y nuestras compatriotas una opción política fuerte, en la que puedan volver a creer y confiar.
No nos van a perdonar aquéllos si permitimos, por mezquindades o miras cortas, que este enorme espacio político nacional y popular que ha dejado vacante el kirchnerismo con sus limitaciones y errores, nos lo ocupe -aunque sea en parte- la derecha con engaños.
Hay un nuevo desafío ante la historia, hay que estar a su altura.
Humberto Tumini
Secretario General
Movimiento Libres del Sur