El adiós y la moraleja
martes 05 de abril de 2011, 14:39h
Del "Adiós" de Zapatero o su de su hara-kiri, podemos sacar varias lecciones y alguna que otra moraleja, que será de consumo inmediato. La primera: que lo que, en apariencia, es bueno para un partido, no tiene por qué ser lo mejor para España. Es más yo no tengo nada claro que el barullo que se origina inevitablemente en unas primarias sea lo mejor para un partido en vísperas electorales. Si la Democracia interna funciona de verdad y hay varios candidatos en liza, lo natural es que cada uno haga una propuesta diferenciada lo que, al final, significa que los trapos sucios no se pueden lavar en casa, sino todo lo contrario. Si al final compiten Rubalcaba y Chacón -es decir si no hay una componenda como algunos pretenden y los dos terminan yendo en una misma lista-, más allá de que representan a dos generaciones distintas del PSOE el feli-zapaterismo y el zapaterismo en estado puro tendrán que ganarse el favor de los afiliados y para eso optar por discursos diferentes, es decir mostrar sus discrepancias para que el sufrido militante vea, compare y elija al mejor.
La segunda: que mientras siguen cayendo chuzos de punta: el paro sigue creciendo, el consumo cayendo y un variado ramillete de malos augurios siguen pintando de negro el horizonte, el Gobierno está entretenido en otra cosa, en su cosa particular y eso gusta poco a los ciudadanos, que reclaman soluciones que no llegan. Por mucho que el presidente del Gobierno pida a los suyos que no digan ni "mú" sobre su cuestión particular, por mucho que intenten centrar el debate en la cita del 22-M, por mucho que quieran dar sensación de normalidad es materialmente imposible que lo consigan. Despejar la incógnita sobre quién será el cartel electoral del puño y la rosa en el 2012 no es una cuestión menor y no hay mordaza que resista.
La tercera: que eso de la bicefalia es un invento que rara vez funciona. Zapatero se va, pero se queda y el sucesor/a tendrá, obligadamente, que distanciarse de lo que han sido sus políticas y su forma de ser y estar en política si quiere ser mínimamente creíble y rascar los votos perdidos por el. La dificultad es que, tanto el todopoderoso Rubalcaba como Chacón, forman parte del mismo Gobierno y es muy difícil repudiar al padre sin cuestionar su autoridad, máxime cuando se ha sido corresponsable de todo lo que ha ocurrido en este tiempo.
Claro que todo es según el color con que se mire. Para algunos el adiós de Zapatero pone fin a la lucha por la sucesión, mientras para otros es ahora cuando empieza la batalla, afirmación que yo suscribo. Tampoco los tiempos acompañan y el PSOE lo que necesita es ganar tiempo y cuanto mas mejor.
Los barones necesitan tiempo para que se visualice que ellos no representan lo mismo que su líder, que ha conseguido quemarse y dilapidar su patrimonio político como nunca antes le había ocurrido a ningún presidente del Gobierno. El PSOE necesita tiempo para que sus siglas no se identifiquen con el muerto, pero el muerto sigue vivo y, según dicen, quiere dar la sensación de que, aun siendo un enfermo terminal, goza de buena salud. Es decir, quiere seguir tomando decisiones hasta el mismo día del entierro.
Matar al padre no es fácil y de ahí la confusión que se generó horas después del adiós. Hubo tres mítines: el del difunto y el de los dos aspirantes y los tres fueron aclamados como presidentes. La moraleja la recojo del libro que estos días tengo entre manos, del autor japonés Haruki Mukarami: "El nuevo día está por llegar, pero el viejo día aun arrastra los pesados bajos de su ropaje. Igual que el agua del mar y el río compiten con fiereza en la desembocadura, el nuevo día y el viejo se disputan su espacio y acaban fundiéndose: Takahashi es incapaz de discernir en cual de las dos orillas, de los dos mundos, se encuentra en este momento su centro de gravedad". Pues eso le ocurre al PSOE y necesita un tiempo que no tiene.