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Entre el peor y el pésimo

Entre el peor y el pésimo

lunes 16 de mayo de 2011, 18:03h
Peruanos, no es tarde para mantener la independencia de las instituciones Los resultados de las elecciones presidenciales revelan una de las más sobrecogedoras realidades latinoamericanas: la de no tener "alguien" por quién votar. Usualmente votamos "en contra" de alguien. Peor aún, en términos generales, pocas veces tenemos una opción buena para escoger, y las que parecen realmente buenas, ocupan los últimos lugares. ¿Será que nunca aprenderemos? El resultado de la primera vuelta de las elecciones peruanas es patético. Lo peor es que por segunda vez consecutiva, los peruanos votan para luego verse obligados a escoger entre el peor y el pésimo. Honestamente, no me gustaría estar en el lugar de ningún peruano el próximo 5 de junio. Porque yo no votaría por Keiko Fujimori. Mucho menos por Ollanta Humala. Fujimori podría resultar una sorpresa como resultó serlo Alan García, quien después de un catastrófico primer gobierno, termina con indicadores positivos su segundo mandato. Pero el que eso suceda sería una excepción, no una regla. Con Humala, quien a pesar de lo que ha tratado de deslindarse (sobre todo de Hugo Chávez, por lo negativa que resulta la relación) pareciera que de ganar seguirá los pasos no sólo de su colega venezolano, sino de los de Bolivia, Nicaragua y Ecuador. Es decir, que enrumbará al Perú en el camino del populismo, de la demagogia, de la corrupción, del control de las Fuerzas Armadas y las instituciones públicas, de la agresión a sus adversarios, en fin, de una acelerada marcha en retroceso a etapas que se pensaron superadas. Hermanos peruanos: los venezolanos estamos pagando muy caro haber seguido a alguien que también nos aseguró que "la esperanza vencerá al miedo". Que afirmó durante su campaña electoral que le daba la bienvenida a la disidencia. Que aún proclama con el más increíble desparpajo que la dignidad del pueblo es más fuerte que el dinero de quienes creen que pueden comprar la democracia, mientras su régimen usa el miedo como arma política, cierra medios de comunicación y que además de manipular a las personas con un discurso polarizante y excluyente, compra sus voluntades. Indigno, por decir lo menos. Es tarde para cambiar los candidatos pero no lo es para mantener la independencia de las instituciones. Dicen que el ser humano no escarmienta en cabeza ajena. Ojalá ustedes rompan ese paradigma. @cjaimesb
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