Peor, imposible. O casi. Porque el regreso a los carteles isidriles de la añorada divisa de Dolores Aguirre, con tantas tardes de gloria, ha sido un desastre. Las hijas de la ganadera fallecida han echado al ruedo un conjunto de bureles desiguales de trapío, pero iguales, muy iguales, en su comportamiento manso y descastado que impidió el lucimiento de la terna. Aún así, un aguerrido y valeroso Juan de Castilla sacó agua del pozo imposible del tercero, a pesar de que éste le hirió, ganándose una indiscutible vuelta al ruedo antes de pasar a la enfermería, de la que en un gesto mas que añadir salió para matar al sexto. Algo apuntó Damián Castaño en su segundo y nada le dejó su lote a Fernando Robleño, obligado a saludar tras el paseíllo, en el penúltimo compromiso en Las Ventas de su larga carrera peleando siempre con las ganaderías duras: la próxima, y despedida, de Adolfo Martín.
Tanto Castaño como Castilla, tampoco bien tratados por las empresas, venían, tras buenas actuaciones anteriores, con aire de vindicación. Y a fe que lo demostraron ambos. En mayor medida el colombiano, único que participó en un quite, además en su turno del primero del salmantino, con unas gaoneras muy ajustadas. También lo hizo en el suyo inicial, que después, casi al principio de faena le derribó y persiguió con saña sobre la arena hiriéndole (después se supo que sufría dos cornadas).
A partir de ese momento, el animal desarrolló sentido, lo que no le importó a su matador, quien con mucha verdad y exponiendo mucho le robó cortas series de muletazos por ambos pitones que calaron en el público. Se tiró a matar como un león, dejando una estocada arriba, eso sí, perdiendo el engaño, y recorrió el anillo con todo merecimiento y n un voto en contra.
Castilla volvió al ruedo tras su paso por la enfermería, con las cornadas ya escritas líneas arriba y otra en el pene. Y salió a por todas, marchándose a recibir a su segundo esperándole de hinojos en el tercio, para robarle una larga cambiada. Intentó unas verónicas dificultosas y ante la expectación del cotarro brindó, para nada. Porque el animal, sin emplearse y a la defensiva con sus hachazos, se rajó muy pronto. Pero, orejas y estadísticas aparte, el colombiano mostró de nuevo que hay que darle más cancha, y si es posible con los hierros que torean las figuras, como el de Garcigrande anunciado este miércoles con Morante y Talavante
Igualmente Castaño dejó también su tarjeta en tal sentido ante sus dos moruchos, a los que intentó lo imposible: el lucimiento artístico. No obstante, también poniéndose en el sitio, a ambos les robó series de redondos y naturales, algunos incluso con desmayo. Ni eso le dejaron a Robleño los suyos: lo intentó en le que abrió función y se desengañó pronto con el otro, fallando, como es habitual en él, con las armas toricidas.
FICHA
Toros de DOLORES AGUIRRE, bien presentados excepto 2º y 3º -además flojos-; ásperos, mansos y descastadísimos. FERNANDO ROBLEÑO: silencio; algunos pitos. DAMIÁN CASTAÑO: silencio; ovación. JUAN DE CASTILLA: vuelta; silencio. Plaza de Las Ventas, 27 de mayo, 16ª de Feria. Tres cuartos de entada (19.569 espectadores, según la empresa). Enfermería: Juan de Castilla fue atendido de dos heridas por asta de toro. Una sobre cresta iliaca posterior con una trayectoria de 15 cm. hacia delante que rodea la cresta y alcanza espina iliaca antero superior, y otra trayectoria superficial de 5 cm. hacia línea media. Otra en pene con desgarro superficial que necesitó cuatro puntos. Fue intervenido bajo anestesia local. Pronóstico reservado.
Si (
No(
A favor (
En contra (
