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Caída libre

Caída libre

lunes 06 de octubre de 2008, 13:14h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.
Estamos teniendo una movida sesión en el club con esto del desplome de las Bolsas. Mi sobrino Luis-Edua y Fito Soldevila de Monteys, amantes de los deportes de riesgo, entre copa y copa, nos están ofreciendo una lección magistral en esto del paracaidismo en caída libre. Se trata de subirse al avión; alcanzar con él unos 4500 metros de altura. Se abre la puerta y los paracaidistas se arrojan al vacío… Naturalmente, gana el que tarda más en abrir su paracaídas (los hay que consiguen abrirlo sólo a 350 metros del suelo)… Claro que los que practican el paracaidismo en caída libre lo hacen –así es de inconsciente el ser humano— de forma totalmente voluntaria.

Por tanto, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y caídos niños y niñas que me leéis, ¿quién desploma los mercados financieros mundiales? No seáis suspicaces y repasad la Historia económica de los últimos 250 años… ¿Lo vais pillando? ¿Sí o sí? Sólo aquello que se encuentra en los estratos inferiores es susceptible, llegado el caso y si se ejerce un empuje inferior, aplicado en la dirección adecuada, de empezar una ascensión. Y así sucede con las cotizaciones.

Evidentemente, el papel –los títulos, acciones y obligaciones—que se negocia en los parquets está por los suelos. Era de esperar. Estamos en la fase descendente del ciclo (se nota que estudié en la London School of Economics, ¿verdad?) y durará lo que tenga que durar. Luego, vendrá la fase ascendente –ya decidiremos cuándo—y todo volverá a ser como antes.

Digamos que esta crisis es como esa gran operación limpieza que las amas de casa, al menos dos veces al año, organizan. Había que sacar del mercado títulos-basura que ya no nos eran útiles. Y, de paso, sacar de la circulación a muchos inversores (pensad en Lehman Brothers) que ya habían dejado de sernos útiles. Algo parecido a lo que se hizo en España, en época de Felipe González, con Mario Conde, un heterodoxo de la Banca, sólo que, en esta crisis, a escala global.

Sí, ya se sé que el acongoje de políticos y de las clases inferiores, con el congojamen puesto tal que de corbata, es algo muy llamativo. Parece que todo se derrumba a vuestro alrededor y hasta ZetaPé, poseedor de un optimismo antropológico a prueba de crisis, habrá fruncido algo su ceño circunflejo. Era de esperar, pequeñines/as míos/as. Como también lo es el que nosotros, los que tenemos la sartén por el mango, al menos demos alguna que otra prueba pública de preocupado interés por la situación. El justo y necesario. El suficiente como para que los Gobiernos inyecten un buen chorro de dinero público en el sector privado. Ni más ni menos. Ni menos ni más. Que nadie se llame a engaño.

Mientras las Bolsas se derrumban, nosotros tenemos un mercado paralelo que empieza a dar sus frutos. Suben las cotizaciones del oro (el Emirato de Dubai ha sido un refugio tan seguro como Suiza) y el mercado del arte está más floreciente que nunca. Incluso puede llegar un momento en el que, de forma discreta, vía museos públicos, algunos de nosotros podamos desprendernos de esos cuadros abstractos que, en realidad, nunca llegaron a gustarnos. Porque hay que renovar las pinacotecas de las gentes de nuestra clase. ¡Menos Andy Warhol y más Van Gogh! ¡Menos abstracción y más figuración! ¡Menos minimalismo en nuestras mansiones y más decoraciones a lo Pascua Ortega, que si, a la temporada próxima, no te gustan, se cambian y en paz! Somos nosotros los que marcamos tendencias. No seguimos la moda, sino que la creamos. Y en eso estamos. Mientras tanto, las Bolsas, bajando en caída libre… Que es lo que nos conviene en estos momentos...

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