La cesta de Santos Campano

El presidente de los empresarios madrileños, Salvador Santos Campano, tiene el don de la opulencia tal y como ha quedado reflejado en unas cestas de Navidad que son de mucho lujo y desmedida lujuria. No les falta detalle, tienen de “tó”, hasta una tele de plasma de muchas pulgadas donde se pueden ver todos los jinetes del “Séptimo de Caballería”, y no a cuatro caballos como es costumbre. A la vista de su contenido uno se puede preguntar si Santos Campano es consciente de que estamos en crisis, o si por el contrario es la primera golondrina que anuncia la llegada de mejores tiempos.

El Gobierno haría bien en contar con Santos Campano como ministro de algo, o como asesor, o simplemente como consejero de asuntos navideños. Nada tiene que ver su champán francés del caro, o el jamón pata negra que tanto decora un hogar, con la austeridad que proclama Miguel Sebastián. ¡No se puede comparar la virtud de un salchichón de Huelva con el par de bombillas que ha prometido el Ministro de Industria!

En Algete hemos encontrado la “cara B” del single de Santos Campano. Según denuncia el PSOE, el Ayuntamiento de esa localidad les está colocando unas cestas a los funcionarios con productos caducados. De ser cierto estaríamos ante un dislate cósmico y municipal. Si creen que les sobran funcionarios no es a base de provocarles ardor de estómago la mejor manera de hacer una regulación de empleo.

Este año de la garrapata que se cierra con una Navidad en cuarentena, no parece que sea el momento para darse a dispendios alocados. Santos Campano no ha regalado una cesta, lo que ha hecho es envolver la desmesura con papelitos de colores. Bien está que la noche vivida en la playa de Bombay le haya cambiado el sentido de su existencia, pero no es de recibo que en lugar de salir más humanizado haya salido gastón y hortera.

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