Chávez es un titán, sí, pero con pies de barro, o con el iceberg esperándole
Cuando ya tenía decidido dedicar esta columna a la imperdible declaración del Secretario general del Partido Comunista de Venezuela -sí, a la mismísima del mismísimo- la opinión pública se vio agitada por la polémica sobre el Titán, que, según la última encuesta de Datanálisis parecería ser Chávez. ¿O más bien parecería exhibir Chávez? Lo que, por supuesto, no es lo mismo. No hay ninguna sinonimia entre los dos verbos. Pues bien, difiero para después de Semana Santa mis comentarios a las insólitas declaraciones del revolucionario secretario del PCV.
Como una de las acepciones que el DRAE propone para el verbo terciar es la de "meterse en una conversación que mantienen otros y hacerlo en igualdad de condiciones", pues yo me autoinvito a la que desató el amigo Luis Vicente León, compañero de estas páginas, y que provocó, entre otras, la importante opinión del colega Tulio Hernández. Imagino que muchas más, sobre todo no publicadas, ni publicables.
Comencemos con el adjetivo tornado sustantivo -¿o epíteto?- "titán" (que rápidamente evoca el Titanic, el famoso trasatlántico que "ni Dios lo hundía" y bastó con un traicionero iceberg) que merece el crecimiento de Chávez en las encuestas post referéndum del 15F. Lo primero que hay que observar es que ese "crecimiento" es un poco anti-climax, pues siempre ha sido así para todo líder después de una elección de la que salió triunfante. Y el "campo" de esta encuesta se hizo del 18F hasta pocos días después; es decir cuando lo esperable era un Chávez crecido.
De nuevo aparece un patrón en el comportamiento de un Chávez triunfador: cruzar la raya. Así fue luego del arrollador triunfo del 3D-2006. En aquel entonces fue de torpeza en torpeza hasta la debacle del 2D-2007. Ahora viene siguiendo, rigurosamente, el mismo patrón. Quizás más atrevido por haber tenido dos triunfos seguidos, y que, quizás, no le permiten ver y menos comprender la continua erosión que su liderazgo viene presentando, de modo sostenido, en las zonas urbanas. Recomiendo comparar los datos del 23N al 15F de los estados Táchira y Mérida, y los emblemáticos casos de Miranda, además de las caraqueñas parroquias de San Juan y Caricuao.
Chávez es un titán, sí, pero con pies de barro, o con el iceberg esperándole. ¿Sería ingenuo creer que el iceberg es "lo que falta" del temible 2009? Aquí está el segundo talón de Aquiles de nuestro titán: todo el tiempo -enfatizo esto- Chávez ha comprado el apoyo del que goza. Él no se deriva de ninguna atmósfera revolucionaria. Es más, cuando Chávez ha pisado el acelerador, su apoyo merma.
Y algo más grave para sus pretensiones: una y otra vez, como lo afirmara Gil Yépez en un reciente programa de Unión Radio, la gente insiste en ver al socialismo como una cosa buena& y al capitalismo ¡también! Cuando les preguntan a cuál prefieren, responden prestos: ¡a los dos! El discurso chavista, entonces, que una y otra vez los contrapone como a perro y gato, no penetra la conciencia popular. Es más: la esquiva. Insisten en que la combinación de ambas es la democracia. ¿No es esto un rotundo fracaso de la magia comunicacional de Chávez, tan ensalzada -y temida- por sus enemigos?
Para Chávez y sus hugo-no-tes, el problema reside en que las encuestas pueden ser muy engañosas, y algo peor, que ellas bien pudieran ocultar el sostenido progreso de la erosión; como cuando un cerro, aparentemente firme, cede de un solo golpe, justo porque se ha visto saturado por lluvia pertinaz.
Chávez, como el Balthazar de Babilonia, celebra impúdico sus "éxitos", sin prestar oídos a las voces que claman por doquier. Creyendo que todavía es tiempo de despechos rentables, no sabe lamer en silencio sus heridas y por eso se abraza a Ajmadineyad e invita al criminal de guerra Bashir. Descuida un dogma central del mundo contemporáneo: no dejar que la prensa mundial te vea como lo que eres. No ha seguido el ejemplo de Fidel Castro, quien con pasión y mucho provecho siempre la cortejó.
Pero ya Fidel devino en momia lastimera y bien inútil resulta una imitación apegada al texto. Mejor sería para Chávez que no tentara al destino -ni a la paciencia de los venezolanos- y que entendiera que extremar las dotes de provocateur de oficio conlleva graves riesgos. El primero de ellos, no saber parar a tiempo, para no irse de bruces y caer al precipicio. Nada hay más peligroso que la inercia de las torpezas sin control.
Mientras, las nubes van preparando la tormenta que viene con su cosecha de héroes. Y no habrá donde escampar.
antave38@yahoo.com