Diego el extraparlamentario

Ignacio Diego, el líder del PP de Cantabria, se nos ha vuelto extraparlamentario. Diego se sube a la tribuna de la Porticada para descalificar al Gobierno de la nación por conceder la prisión atenuada al etarra De Juana Chaos, pero no se sube a la tribuna del Parlamento para defender una moción con igual objetivo. Ese es el respeto que le merecen al dirigente conservador las instituciones de Cantabria.

Cierto que ya es un hecho revelador que se utilice la Cámara Legislativa en la que los cántabros depositan la responsabilidad de decidir los destinos regionales para la batalla electoral, decidida por el PP en el ámbito nacional.

La decisión adoptada ayer por Diego de mandar a un devaluado portavoz parlamentario, Francisco Rodríguez Argüeso, a defender la reprobación de Zapatero y Rubalcaba es desprecio, aunque también puede ser un signo de cobardía.

Es más fácil defender determinadas opiniones en conferencias de prensa sin preguntas o en actos de masas sin contrincantes. Diego se pegó un baño de multitudes en el mitin de hace dos semanas.

Desde la tribuna y ante un mar de banderas y pancartas exigiendo la dimisión del presidente del Gobierno, Diego calificó de “gravísimo” el hecho de que el etarra De Juana Chaos cumpla en prisión atenuada los 18 meses de prisión que le restan de los tres años de condena por hacer apología del terrorismo en sendos artículos publicados en el diario abertzale ‘Gara’.

Ayer, en el Parlamento de Cantabria, mientras que Rodríguez Argüeso defendía las mismas mentiras –que si excarcelación, que si trato de favor, que si cesión al chantaje terrorista…--, Diego permaneció callado en su escaño.

Desprecio a la institución y desprecio a los cántabros. Si, como afirmó Diego en la calle y Rodríguez Argüeso en sede parlamentaria, la situación penitenciaria del etarra es asunto que preocupa a la inmensa mayoría de los cántabros, no se me alcanza cuál podría ser razón más importante para levantar al candidato del PP a la presidencia del Gobierno regional de su escaño y compartir sus opiniones con los representantes soberanos del pueblo de Cantabria.

Claro que es más fácil, menos engorroso, hacer demagogia populista en la calle que defender con argumentos posiciones políticas que están sustentadas en la mentira y la demagogia. Aunque a lo mejor lo que no quería Diego es que se le asocie a un asunto, el caso De Juana, que ha perdido fuelle, que carece de recorrido y que, por ende, no parece haber cumplido sus fines electorales.

Y es a lo mejor ese cálculo electoral, el mismo que llevó a Diego a creerse Hugo Chávez en la Porticada hace quince días, el que hizo que el parlamentario Diego dejara ayer en manos de subalternos la defensa de la iniciativa parlamentaria.