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Obama, Cuba  y América Latina: las cartas sobre la mesa

Obama, Cuba y América Latina: las cartas sobre la mesa

miércoles 13 de mayo de 2009, 13:34h

El levantamiento del embargo norteamericano a Cuba; la normalización de relaciones entre las dos naciones; la sostenida estabilidad del régimen cubano más la introducción de medidas que perfeccionen el modelo económico y social de la isla, son factores que contribuirán a crear paz y estabilidad duraderas en el continente americano.

En plena pre-campaña electoral, después como candidato, y ya al frente de la Casa Blanca,  Barack Obama, a pesar de reiteradas declaraciones de que no era un tema prioritario, los hechos confirman que Cuba está presente de una manera u otra,  en su agenda presidencial. El momento más significativo ocurrió durante la V Cumbre de las Américas celebrada en Trinidad y Tobago ante una treintena de jefes de estado de América Latina y el Caribe, que saludaron sus referencias a Cuba aunque muchos esperaban pronunciamientos más categóricos de Obama  acerca del tema cubano, en especial sobre el levantamiento del cincuentenario embargo que gravita sobre la mayor de las Antillas.

Resulta evidente que la nueva administración norteamericana prefiere, cautelosamente,   ir paso a paso en el caso de Cuba, distanciándose de la anterior administración, eso sí, pero tomándose su tiempo. De ahí la demanda del propio Obama y de su secretaria de Estado, la señora Clinton en el sentido de que Cuba debe reciprocar con gestos, las iniciativas referidas a los viajes a la Isla de los cubano-americanos y el envío de remesas; aunque han saludado las reiteradas declaraciones del presidente cubano Raúl Castro acerca de la disposición de Cuba de sentarse a dialogar norteamericanos y cubanos en la misma mesa, sin límites a los temas de la agenda, pero respetando la independencia, soberanía y particularidades de cada estado,  en pie de igualdad, y partiendo, como es natural,  de la demanda del cese del bloqueo (embargo) impuesto por Estados Unidos  al pueblo cubano.

Para este reclamo, Cuba cuenta con el respaldo prácticamente unánime y reiterado año tras año,  de la Asamblea General de las Naciones Unidas; de los gobiernos de las naciones del continente americano, y de numerosas instituciones y organizaciones sociales, religiosas, culturales, y científicas, incluido un significativo número de Premios Nobel, a lo ancho del planeta. Estas son realidades que la administración de Barack Obama no podrá soslayar, si quiere mantenerse en sintonía con su propio discurso político proclamado desde la misma toma de posesión en enero pasado en Washington,  reiterado en otros foros internacionales, en especial en el marco de la Unión Europea, y en la recién concluida Cumbre de las Américas.

Por otra parte,  la Revolución Cubana acaba de cumplir 50 años en el poder, ahora bajo la presidencia de Raúl Castro, quien, a pesar del embargo estadounidense,  la crisis económica mundial actual y el paso de tres terribles huracanes por suelo cubano que ocasionaron 10,000 millones de dólares en pérdidas,  ha anunciado la adopción de medidas encaminadas a recuperar lo perdido y continuar mejorado las condiciones de vida del pueblo cubano, y sobre todo el compromiso de mantener los beneficios, que en materia de salud y educación reciben los cubanos. Eficiencia económica, austeridad, ahorro y entrega al trabajo son reclamos que el presidente Castro hace a sus compatriotas cada día, mientras enfrenta los retos de una realidad difícil y compleja, y pide comprensión porque, ante ese panorama, no habrá soluciones rápidas ni mágicas para todo lo que debe resolverse en el país.

El pueblo cubano, sin lugar a duda continúa,  mayoritariamente,  apoyando  el proyecto cubano, pero se torna impaciente y sumamente crítico –Raúl Castro ha exhortado a la población a que exprese abiertamente sus opiniones-, reclamando los cambios que Cuba debe hacer a fin de solucionar sus propias deficiencias y necesidades, no porque  lo demande el gobierno norteamericano, sino porque responden a los intereses del país.

En otro orden de cosas, la llegada de Obama a la Casa Blanca  ha despertado simpatías en amplios sectores de la sociedad cubana, por el propio discurso político que ha sustentado, el compromiso de una mejoría real en las relaciones bilaterales con Cuba, su condición de afroamericano y el indudable carisma que posee;  lo que ha hecho pensar que quizás no todo esté perdido después de largos años de confrontación y desencuentros entre las dos naciones, y que en consecuencia, ese panorama podría cambiar.

Depende de la voluntad  - y  posibilidades- de Obama de un relanzamiento real y sincero  en las relaciones de USA con Cuba, respetando la soberanía e independencia de la nación antillana para conducir sus destinos, así como del compromiso reiterado públicamente por el  presidente Raúl Castro de sentarse a discutir abiertamente con el mandatario norteamericano acerca de temas como los derechos humanos, presos políticos, etc., lo que podría ser un primer paso hacia un viraje en las relaciones. Todo apunta a que este proceso puede ser lento y gradual, alejado de toda espectacularidad, donde de los contactos que se establezcan, se genere un clima de mutua confianza y entendimiento, lo que requerirá de una buena dosis de sabiduría y paciencia por cada una de las partes.

Con estas cartas sobre la mesa, se perfila para un futuro no muy lejano, un escenario complejo y a la vez apasionante, en el marco de  las relaciones Cuba-USA, de indudable repercusión en el contexto latinoamericano y caribeño; lleno de interrogantes y expectativas, que podría dar fin, o no, a uno de los últimos conflictos de la llamada guerra fría en nuestro continente.

Frank Pérez Álvarez (Cienfuegos, 1939). Sociólogo, editor y periodista cubano. Dirigió en La Habana  las editoriales de Ciencias Sociales y de Casa de las Américas.

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