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Pero ¿qué se cuece en el País Vasco?

jueves 29 de marzo de 2007, 12:10h
Lástima que tanto cafelito y tanto ‘qué hay de lo mío’ en la entrevista presidencial evitasen acorralar a preguntas al presidente Zapatero, único en el mundo (o puede que ni siquiera él) que parece tener las claves completas de lo que se está cociendo en el País Vasco. Y en Cataluña, dicho sea de paso, aunque hoy nos fijemos exclusivamente en ese polvorín ideológico que desde hace  un siglo es Euskadi. Un siglo, sí, de confusiones mentales no propiciadas solamente, por cierto, por ese Sabino Arana al que, en mi opinión, tan injustamente se venera hoy por algunos como un profundo pensador político.

Lejos de mi ánimo contribuir a la dispersión de conceptos que, muchas veces interesadamente y de modo ocasionalmente no veraz, esgrimen unos y otros para analizar lo que ha venido ocurriendo casi desde las guerras carlistas en el nordeste de España. Libros hay clarificadores y otros, pretenciosamente no menos sesudos, mixtificadores. Es el caso que, de error en error, de dislate en dislate, se ha llegado a la situación presente. Una situación en la que el peso del Estado es minúsculo en la Comunidad vasca, el del Gobierno autonómico mayúsculo y el de ETA, tan superlativo como para poder afirmar que en estos momentos de la banda terrorista depende casi -casi- determinar quién será el próximo presidente del Gobierno en España. Si dan un paso hacia la paz, reválida para Zapatero. Si no…

Resulta curioso, así, que a ETA la ‘guerra de nervios del comunicado’ le vaya a resultar mucho más útil, a la hora del chantaje, que el secuestro, la bomba o el tiro en la nuca. De manera que todos dependemos, al margen de las urnas, de esa que dicen que es pugna interna entre los etarras, entre los partidarios de mantener la negociación (que los contactos no se han interrumpido nunca, aseguran) y los que, con el feroz Txeroki a la cabeza, quisieran romperlos.

¿Cuánto habría que ceder para conseguir que ganen quienes, en el fondo, están deseando entregar las armas y declarar el fin de una violencia que saben irracional y que no les llevará a ningún sitio? A mi entender, desde el Estado ya no se pueden conceder muchas cosas más, al margen de los recientes gestos de ‘buena voluntad’, que tan caros le han salido al Gobierno, con De Juana y Otegi. Si no hay muestras comprometidas por parte de la banda y de su brazo político en el sentido de que renunciarán para siempre a la violencia, difícilmente podría el equipo de Zapatero abrir la mano de una forma notoria para que Batasuna pudiese concurrir a las elecciones de mayo, tal y como la coalición ‘abertzale’ tiene pensado anunciar en su declaración de intenciones de este sábado en el centro de Muestras de Barakaldo.

Así se mueven las cosas, en un delicadísimo equilibrio que pone a prueba los nervios del Gobierno, el temple de la oposición y hasta la cordura de las gentes que, en la ilegalizada -quién lo diría a veces- Batasuna, quieren romper con un pasado que hasta ellos reconocen que a nadie le ha servido para nada en un camino empapado de sangre y de sufrimiento de las víctimas. Un camino que ha hecho que los partidarios activos del terror estén malgastando su juventud en la cárcel, de donde, por mucho que se pretenda, no podrán salir anticipadamente.

Estamos, seguramente, ante momentos cruciales, puesto que se acerca el fin del plazo para poder concurrir a las elecciones municipales, en las que Batasuna, o las siglas que la sucedan, se juega la supervivencia. Algún movimiento habrá de producirse desde alguno de los lados del tablero, o tal vez desde todos los lados. Hay que estar muy atentos a las próximas horas, que pueden ser de esperanza o, por el contrario, de total desánimo, porque la pesadilla continuaría, desmintiendo a los optimistas antropológicos.
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