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A los diez años de la gran ilusión Constituyente

A los diez años de la gran ilusión Constituyente

miércoles 29 de julio de 2009, 05:06h

El 25 de julio pasado se cumplieron diez años de la elección de los miembros de la “gran ilusión” o Asamblea Nacional Constituyente de 1999, que redactó la Constitución Bolivariana, fecha que  el  gobierno con Hugo Chávez  a la cabeza, celebró  en una sesión especial de la Asamblea Nacional.

¿Pero que se celebra?  En palabras de quien menos nos lo hubiéramos imaginado, hace precisamente 10 años, nada menos que el expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Luis Miquelena, la tal celebración es “uno de los fariseísmos más grandes”; “un caradurismo que el presidente pretenda celebrar la Constituyente como un acto de este Gobierno"; y ya refiriéndose al no cumplimiento reiterado de la Constitución por parte de Chávez aseguró que “ha sido la mayor deuda ante la historia por haberla convertido en un trapejo, que no sirve ni para limpiar los baños en Miraflores” (el palacio presidencial). Declaraciones en cierto modo Increíbles, si se tiene  en cuenta que Miquelena sigue creyendo en que el modelo era bueno y que lo que falló fue el piloto, es decir Chávez. Por eso,  a la pregunta de la periodista ¿Por qué era necesario una ANC hace 10 años? simplemente contestó “Veníamos de una crisis de los partidos políticos que se habían agotado, la corrupción se manifestaba, el país clamaba por un cambio. Para eso era necesaria una nueva Constitución que tuviera como principios fundamentales las libertades personales, el respeto a los Derechos Humanos, la descentralización del país, la lucha contra la corrupción y la independencia de los poderes.” No sabemos si es por defender su posición inicial al lado de Chávez, por ingenuidad, o por ignorancia, pero lo cierto es que da  la impresión de que Miquelena nunca leyó el texto de la Constitución anterior del año 61, donde por supuesto estaban consagradas las libertades personales e individuales, así como el respeto a los derechos humanos y la independencia de los poderes públicos.

Contrariamente, Chávez tiene mucho que celebrar y agradecer a esa “fórmula” (constituyente, nueva constitución con mandato prolongado, mas referéndum popular y reelección indefinida) que le ha permitido permanecer en el poder todo este tiempo. Además, la fórmula fue exportada exitosamente a  Bolivia y Ecuador, aunque falló en Perú y más recientemente en Honduras, con los sucesos que todos conocemos.

Y es precisamente ésto, lo único que se debe recordar para la historia, con respecto a la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, su carácter instrumental, el anzuelo que utilizó Chávez para venderle a la sociedad venezolana una propuesta de cambio, que tenía como cebo la promulgación de una nueva  constitución que supuestamente le daría más derechos a los venezolanos y acabaría con los problemas del país, pero que en realidad perseguía como único objetivo político perpetuarse en el poder, cambiando una constitución como la de 1961 que solo permitía un mandato presidencial de 5 años, sin reelección inmediata, por  otra que contemplaba  la posibilidad  de dos mandatos seguidos, de 6 años cada uno.

No deja de ser por ello contradictorio,  que a Miquelena y al resto de los muchos otros ilustres venezolanos que se sumaron a la ola constituyentista de 1999, la propuesta política  de una Constituyente les resultase seductora, como panacea a todos los problemas de una  Venezuela, que había tenido hasta ese entonces, unos 25 textos constitucionales.

América Latina es un continente donde lo real maravilloso está siempre presente, más aún en la política, donde las soluciones simplistas y reduccionistas, generalmente envueltas en símbolos y traídas desde afuera, se pueden ofrecer a la población como si fuesen potajes mágicos que todo lo curan. Pareciera que hay algo atávico en los genes de nuestros pueblos, algo de aquella ingenuidad e inocencia del buen salvaje americano que Chateaubriand  resaltó  en sus obras, y que le llevaba a cambiar, a los conquistadores europeos, oro por baratijas. No importa si en esta oportunidad las baratijas se llaman asamblea constituyente, constitución bolivariana o reelección indefinida.

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