Triste destino

No pasa un día sin que los medios de comunicación no soporten una andanada de grueso calibre, bien sea verbal, legal o tributaria.

Pronto la Asamblea Nacional  de Ecuador deberá considerar por lo menos tres proyectos de ley que aspiran a cambiar el marco legal en el que deberán operar los medios de comunicación.

El contexto político, tanto interno como externo, en el que se debatirán esos proyectos, podría inclinar la balanza hacia un texto legal  mucho más severo en cuanto a su control y actos punitivos. La semana pasada en Buenos Aires un ejército de 200  funcionarios fiscales invadió las instalaciones del diario Clarín, en busca de algún resquicio legal para silenciarlo. 

Cada semana el presidente Correa hace las delicias del ‘escogido público’ que asiste a sus espectáculos con sus duras diatribas sembradas de vulgaridades contra los medios.

Desde Venezuela el régimen chavista hace soplar fuertes vientos de guerra contra los medios que aún son independientes.

Evidentemente, los paradigmas que quieren imponernos desde el lado oficial son los que alguna vez siguió el Pravda o los que sobreviven en la prensa cubana, donde desde hace medio siglo y sin pudor sólo se publican informaciones favorables al régimen castrista. ¿Será éste el ideal de periódico al que aspira el correísmo? Triste destino para unos medios que tuvieron firmas como las de Montalvo, Calles o Raúl Andrade y para un pueblo que, por encima de cualquier tiranuelo, siempre sostuvo su derecho a una auténtica libertad de expresión.