Los tiempos están cambiando... que diría Bob Dylan. Muchas de las cosas, de las gentes, de los símbolos, de las creencias, de las costumbres, de los entornos, de las circunstancias -absolutas o relativas-, de las realidades sociales que han conformado y condicionado hasta ahora nuestras vidas... ¡tienen los días contados!
Están a punto de desaparecer los periódicos de papel, dando paso a la prensa on-line. Las mentes empresariales del periodismo escrito ya no saben qué hacer para vender periódicos: de unos años a esta parte… sólo incluir regalos que nada tienen que ver con el producto principal: películas, biografías y libros caducados o descatalogados, cd´s, posters, bolsas de viajes, camisetas, inútiles relojes o plumas de colección…. ¡Algunas publicaciones, como la sin-par Interviú, incluso rizan el rizo regalando dvd´s con trailers infames de vídeos porno!
Los gestores de los supermercados no saben ya qué hacer para atajar la crisis, salvo promocionar sus productos bajo una fórmula desesperada: 3x2 al precio de 1. En las grandes urbes, los coches nuevos y no tan nuevos tendrán que acabar siendo llevados al desguace, pues no queda ya espacio suficiente para aparcarlos, una vez que los alcaldes, convertidos al creciente movimiento ecologista, y ebrios de su hambre de obras, han prohibido su rodaje por el interior de la ciudad. Los ciclistas han abandonado la nobleza que hacía admirable la fuerza de sus piernas por el sucio sustitutivo del dopaje. Los cruceros de lujo han perdido su glamour, porque en vez de servir de relajo a los sobrados de tiempo y de dinero o necesitados del placer del mar, se han convertido en un sabroso cebo para los piratas del siglo XXI. .png)
Los Bancos empiezan a temer por su negro futuro, y en vez de repartir a voleo el dinero que aglutinan de sus cientos de miles de clientes, le piden limosna al Gobierno para salir de la “crisis” y así poder indemnizar a sus altos ejecutivos con millones de euros, e incentivar con los “bonus” a los “malos”, que no saben qué es eso de no llegar a fin de mes. ¡Y, por supuesto, seguirán negando hipotecas! La Iglesia –siempre se puede ver el lado bueno- ya no canoniza o hace santos a los fundadores de las nuevas congregaciones o sectas, sino a los plebeyos de la Comunidad, que murieron en medio de la pobreza, el silencio y el olvido. Pero esta es también la misma Iglesia que ha abandonado, para tristeza de los nostálgicos, la costumbre de pasear a sus santos, custodias, cristos y nazarenos por las calles, sustituyéndola, para alegría de los intolerantes, por la de tapar las plazas más emblemáticas con el sunami atroz de unos fieles previa y adecuadamente azuzados que, en vez de cantar “¡Viva Cristo Rey!” darán rienda suelta a sus gargantas gritando “¡Muera Zapatero!”
La Política está agonizando, la polis, la ciudad, la casa de la autocracia, la casa del pueblo que devino en democracia, y que ya en tiempo de los griegos garantizaba la libertad y la autonomía política y económica de los ciudadanos, que podían expresar sus opiniones en el ágora de manera respetuosa y civilizada, es ya pura Historia. No quedan políticos que lleven al Parlamento la inteligencia, la ironía, el sarcasmo y el humor de aquellos ilustrados hombres públicos del siglo XIX y parte del XX, sino el insulto y la vaciedad que hoy dominan en el hemiciclo, y que están trasmitiendo a la opinión pública la más desoladora de las podredumbres.
El principal partido de la oposición (PP) se está desintegrando, como le sucedió a la UCD a principios de la década de los 80; la UCD por sus diatribas y ambiciones internas, y el PP por sus corrupciones y cambalacheos, que están llevando a este partido a la deriva y al esperpento de una hecatombe familiar, donde ya agonizan el padre (Rajoy), la madre (Esperanza), el hermano (Gallardón), el tío (Fraga), el primo de zumosol (Camps), el sobrino mimoso (Ric), los padrinos escondidos (Juan Costa, Eduardo Zaplana) y hasta el capellán confesor y padre espiritual de esta turbulenta familia. El partido en el poder (PSOE) tampoco parece ser lo que era. Si no sale España pronto de la crisis, puede tener fecha de caducidad. A ello habrá que añadir que los santos “barones” del felipismo no pierden ocasión de apuñalar por la espalda, y a veces de frente, a la nueva generación socialista: los Leguinas, Solchagas, Ibarras, y otros santones del Partido Socialista Obrero Español que en 1982 cambió la faz de España (y sobre la que uno de ellos, Alfonso Guerra, vaticinó que “no iba a conocerla ni la madre que la parió”) están dando al traste con muchos de los proyectos enarbolados por Rodríguez Zapatero, colaborando en los malos augurios de aquellos que piensan que también el presidente del Gobierno tiene los días contados.
Los tiempos están cambiando, sí. Bob Dylan sigue teniendo razón.