Blair acabó con la incógnita de la fecha de su marcha ante sus partidarios en el Trimdon Labour, subrayando que "diez años es suficiente para mí y para el país". Por ello, dijo que dejará el cargo, como había prometido, el 27 de junio, una vez que el Partido Laborista haya elegido a su sucesor, que con toda seguridad será el ministro de Economía, Gordon Brown.
En su repaso a su trayectoria, el primer ministro dijo haber llegado al cargo con "grandes esperanzas y lo dejo con grandes esperanzas para el futuro", sin dar más detalles sobre sus planes de futuro.
"Os pido que aceptéis una cosa: con la mano en el corazón, hice lo que creía que era lo correcto", afirmó, repasando su década al frente del Gobierno británico. Así, en el caso concreto de la guerra de Irak, que apoyó, dijo que "pude haber estado equivocado".
Según explicó, tras los atentados del 11-S en Estados Unidos, lo correcto era "permanecer codo con codo con nuestro más antiguo aliado, y lo hice fuera de dudas". "Lo mismo ocurrió con Afganistán y con Irak", añadió, subrayando que "sacar a Sadam (Husein) y a sus hijos del poder, y sacar a los talibán se consiguió con relativa facilidad".
Sin embargo, admitió, "lo ocurrido desde entonces, con el terrorismo global y esos elementos que lo apoyan, ha sido implacable y sin descanso y costoso". Aunque muchos consideren que "no merece la pena", añadió Blair, "creo que simplemente tenemos que aceptarlo". En todo caso, reiteró, "hice lo que creía que era lo correcto para mi país".